martes, 6 de septiembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Septiembre

Septiembre que es un mes que a mí no me gustó nunca se ha venido este año con ropaje de verano. No quiere que refresque. No deja que se vayan las calores tórridas que atosigan y casi no permiten vivir. Septiembre se ha venido con muy mala leche dentro y la está repartiendo a voleo.

Hay abundancia de cosecha de calores en muchos sitios. En demasía en ese sitio que los geógrafos llaman el Valle del Guadalquir. A mí, como cantó Federico me seduce más como la tierra por la que corre un río “entre naranjos y olivos” y donde hay una ciudad que “para los barcos de vela, tiene un camino”,  y campiñas onduladas y esas cosas…

Dicen los que saben que eso se debe al cambio climático; otros, afirman, que no, que  tenemos mala memoria y que no nos acordamos de otros años en los que hizo si no el mismo, casi el mismo calor. No estoy de acuerdo. Y ¿ustedes?

Me dice un amigo que la playa se ha quedado sin sirenas bronceadas. Deben lucir el moreno por la calle de Alcalá o vaya usted a saber dónde. Claro que ahora por la calle de Alcalá ni hay floristas, ni está Celia Gámez para cantar aquellas cosas tan bonitas de floristas que iban y venían…

Otras morenas de ojos color de miel se las andan detrás de los mostradores; en las superficies de esos enormes centros comerciales que no se atreven a decir que “ya es otoño”. (A ver quién es el guapo que osa lanzar el mensaje publicitario con la que tenemos encima); otras, están en la cárcel de cristal de oficinas; en…


Septiembre huele a aceitunas de verdeo y a barbechos; a Virgen de Flores y  nardos, a margaritas amarillas que florecen tardías.  Anuncian que el verano se está yendo aunque este año cueste creerlo. Septiembre tiene un murmullo de  pámpanos secos en la parra y racimos de moscateles en los paseros…

Resultado de imagen de pasero de uvas

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