viernes, 24 de octubre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aranjuez


                                                          

No ha llegado la otoñada al campo manchego. Tierras de labor en barbechos sedientos esperan el agua que no viene. Los pámpanos de las viñas se han atabacado y con duras penas se mantienen asidos a la cepas que le dieron la vida durante el estío.

En Madridejos espera un extenso aparcamiento para cuando vengan los temporales de invierno; por Ocaña se bifurca la autovía: los de peaje, a un lado; los de Levante, al otro. Al frente la N-IV cruza campos de soledad. Hay urracas en las cárcavas.

Aranjuez en otoño es otra cosa. Tiene el encanto de la melancolía que baja de los árboles cuando caen las hojas de los plátanos; la ternura de quien sabe que esto se acaba porque comienza un tiempo de acurruco y nieblas; la intimidad del silencio, que pasea  por sus caminos.

Corre el Tajo entre jardines que aún conservan las últimas rosas: blancas, rojas, amarillas. Los mirtos soportan sus propias hojas y las que bajan de los árboles. Las ramas más altas peladas por el viento se saludan entre ellas. Todo tiene encanto, todo tiene poesía, todo es sublime.

Quedan muy lejos los montes de la Serranía de Cuenca donde el nacimiento del río, y más lejos, aún, Lisboa. Cuando lleguen hasta allí las aguas del Tajo le dirán que ellas saben de pinares serranos, de palacios reales, de encajonamientos en una tierra extrema, pero de lo que más saben es de la música con que Aranjuez las acompaña a su paso.

Las avenidas son largas. La masa de turistas regresa a sus bases; se quedan solitarias. Las hojas amarillentas dan pinceladas diferentes: alfombran el suelo y dejan un tapiz blando. Es una capa especial que gime bajo los pies del viajero. Algunos patos nadan indiferentes junto al dique de contención del río.


Aranjuez en otoño tiene un encanto especial. El sol dorado de la tarde no quiere irse y por entre el ramaje pelado de los árboles parece que se enredan las notas sueltas, pinceladas de amor – ¿“adónde te escondiste amor”?- del concierto del Maestro Joaquín Rodrigo. Es el momento de entornar los ojos, de escuchar el Concierto de Aranjuez. Es el momento de sueños. Aranjuez, Aranjuez…

No hay comentarios:

Publicar un comentario