sábado, 26 de agosto de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¿Qué pasa con el aceite?

 



                            ¿QUÉ PASA CON EL ACEITE?


26 de agosto, sábado. La pregunta flota en el aire cuando se ven los precios ante los expositores de los establecimientos de alimentación. Hay quien va más lejos. El verano avanza inexorablemente (Hoy 41º y una calima que aplasta). Hay una merma de cosecha y algo aún peor, la aceituna que cuajó en primavera en muchos sitios tiene un calibre mínimo. Eso puede ser un menor rendimiento. Son muchas dudas; las soluciones, difíciles.

Los precios – se vende aún el aceite de la cosecha anterior o de importación- son una carrera especulativa. Suben y suben sin que se atisben soluciones para cosechos, agricultores y consumidores.

La situación se antoja crítica y muy preocupante. A la menor cosecha se le une un factor en que no se puede incidir: la falta de lluvias. En algunos lugares no ha caído ni una gota desde la primavera, más concreto desde el mes de mayo; en otros, ni eso.

Se esperan las tormentas – en agosto, tiempo propicio hasta ahora para que hicieran su aparición – no lo han hecho. La esperanza se pone en septiembre. Se sabe lo dice el refranero de este mes: “o seca las fuentes o se lleva las puentes”. Para lo primero no tiene que apretarse mucho. Hay demasiados pozos sin agua, fuentes secas y arroyos sin correr. Si me apuran hasta los ríos han perdido su capa superficial de agua: Río Grande por Aljaima o el Guadalhorce por la Estación de Cártama son una capa de sequedad.

Unas tormentas (no hay que esperar borrascas atlánticas todavía con agua mansa y caladera que sería una bendición de Dios) pueden causar destrozos sin que aún pueda calibrarse el desastre. En Almería hablan de la temperatura del Mediterráneo y afirman que han superado los 28º. Eso es sinónimo de anuncio de gota fría y lo que es lo mismo, posible desastre.

Prácticamente se ha perdido en algunos lugares la aceituna de verdeo y la que posiblemente se destinará al molino es una incógnita. Hay un problema añadido. La industria aceitera ha salido a comprar aceite a otras zonas del Mediterráneo, en concreto, a los mercados de Turquía y Túnez. Se han encontrado con un atasco monumental (hablan de más quinientas cisternas en el puerto de Valencia donde tienen que pasar los análisis preceptivos. ¿Burocracia? ¿Intereses ocultos? ¡Vaya usted a saberlo! En el aire está claro que flotan muchas preguntas, pero sobre todas, una ¿qué pasa con el aceite de oliva?

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