UNA HOJA SUELTA
DEL CUADERNO DE BITÁCORA
Nació el alba,
como todos los días –ahora ya un poco más tarde por mor de la traslación de la
tierra- por los cerros de los Lagares. Al principio el lubricán fue una raya de
luz difusa; luego fue a más y, cuando apuntó el sol, la comitiva se puso en
marcha. Del convento a la parroquia. Sobre unas andas delante, arropada por
pueblo: la Virgen
Durante la
madrugada hubo un transito de caballos y un resonar de herraduras contra el
asfalto. Voces que resuenan más en el silencio de esas horas donde la noche se
debate e retirada. La gente, como pequeños hilos humanos, se echa a la calle,
se agrupa, se agolpan… Se marcha ligero. Hay que llegar a la hora; después, ya
se baja con más tiento.
Hace más de
quinientos años que en Álora se le reza a la Virgen. Trajo por
nombre el que ya tenía en su pueblo: Flores. Vino de la sierra de Huelva
(Encinasola) de mano de gentes que llegaban a otra tierra. Guerras,
desencuentros. Ya se sabe, cosas de otros tiempos. Los franciscanos Recoletos
casi cuando terminaba el XVI inician la construcción del santuario. Allí se
establece la Virgen.
Los imponderables
alternan períodos de esplendor con otros
de menor relevancia. La desamortización de Mendizábal (ayer como hoy siempre el
dinero, puñetero dinero) obliga a la exclaustración. Echan a los frailes. Queda
en abandono el convento; en el santuario, permanece la Virgen ; luego, la trajeron
al pueblo. A principios de los años sesenta vuelta al convento…
Como cambian los
tiempos, se toman nuevas direcciones y se decide que el último domingo, -con
posibilidad de fechas para celebrar una novena- se trae a la parroquia para
retornarla, el domingo, inmediatamente después, del ocho de septiembre. Los
humanos somos así. Nunca contentos, nunca satisfechos. Siempre buscando algo
nuevo.
La bajada de la Virgen es el momento
propicio. Es día de reencuentros. Saludos, euforias, preguntas… Se hacen buenos
los versos de Lorca: “la luz de la aurora lleva / semilleros de nostalgias”. Y,
como cada año -un año más-, con el sol aventando sombras, llega la Virgen al pueblo.
La luz de la aurora lleva/ semilleros de nostalgias
ResponderEliminary la tristeza sin ojos/ de la médula del alma.
-Federico García Lorca-
También sienten cuando rezan /a esa virgen bendita,
que la médula del alma /les devuelve la alegría.
-Ángeles López- Gracias amigo que a pesar del madrugón has dedicado para todos, más para los ausentes esta hoja escrita con mil amores en esta bajada al pueblo, de nuestra Virgen de Flores.