sábado, 4 de febrero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. América, América

 

 


4 de febrero, sábado. Los que amamos a Dios sobre todas las cosas, incluidas las rosas, sabemos que esta flor tan sublime, tan especial es tan única que a lo mejor ha sido el mismo Dios quien la ha elegido para que, cada día apreciemos, en su belleza como parte de Él mismo.

La rosa es, también, la representación de la propia vida. Hay que pasar por un sinfín de espinas para llegar a los más excelso. Hay muchas espinas, demasiadas. Todas las tienen unas más; otras, menos, pero hay que pasar siempre por un tallo de espinas punzantes que hacen que, a pesar de cariño, a uno en muchas ocasiones le brote la sangre. Es en sí la vida porque al final todo es efímero y se desvanece en un momento.

En eso que llaman el vocabulario de las rosas les atribuyen: pasión, amor, pureza, elegancia, admiración, simpatía, felicidad … Todas dicen algo, según los que saben en su color. Pienso que, indistintamente, todas, absolutamente todas las rosas, lo dicen en su belleza. Un amigo mío dice que ninguna es fea. Mi amigo tiene razón.

Dicen que Rilke murió por una infección generalizada como consecuencia del pinchonazo de una rosa. Hay quien dice que no, y que fue un agravamiento de la leucemia que padecía desde hacía años. Puede que sean las dos cosas. ¡Vaya usted a saber!

Massimo Ranieri, un cantante napolitano, triunfó con una canción romántica al principio de los años setenta: “Rosas rojas”. Un fragmento de la canción dice “rosas rojas a ti / he comprado esta noche / y tu sabes muy bien / lo que quiero de ti” (¿Estamos de acuerdo en que la traducción es manifiestamente mejorable?) Lo cierto es que a muchos nos hizo arrastrar el ala.

Han publicado que Isabel Pantoja, - chivo expiatorio para muchas cosas - que se va de gira artística por EE.UU. La mujer ha pedido una serie de atenciones, más o menos lógicas para los que se mueven en ese mundo. Hay una que me ha llamado la atención. Ha dejado en su contrato que quiere que “haya rosas blancas en su camerino, un pequeño centro de mesa y un ramo”. El arte de esta señora no es algo por lo que tenga una predilección especial, pero ese detalle me ha gustado. Uno es un tanto raro. Ya ven, cosas que pasan y sobre todo ahora “que las rosas duermen su dulce sueño en su cuna leñosa…”

No hay comentarios:

Publicar un comentario