sábado, 11 de febrero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aún se está a tiempo

 

 

                            


         Portada, estilo isabelino,  iglesia del Sagrario. Málaga

 

11 de febrero, sábado. “Todas, (las horas) hieren, la última mata” Ese dicho aplicable a la vida del ser humano también puede ser válido para los Imperios, monumentos artísticos o cualquier momento.

La iglesia del Sagrario de Málaga fue una de las cuatro parroquias creadas los Reyes Católicos tras la toma de la ciudad en 1487 - las otras tres, Santiago, Los Mártires y San Juan – tiene una portada, la única, de estilo isabelino que existe en Málaga.

La mala calidad de la piedra de arenisca unida a los avatares de contaminación, la cercanía de la humedad del mar y el paso del tiempo hace que se deteriore y a pesar de haberse llevado a cabo algunos intentos de recuperación, todos, baldíos.

Las tropas de los Reyes Católicos entraron en la ciudad por la puerta de Granada el 18 de agosto. Venían, entre otros, el comendador mayor Gutierre de Cárdenas, Pedro de Toledo, el primer obispo, y el fraile mendicante Juan de Belalcázar. Dos días después redujeron el último reducto de resistencia en Gibralfaro y tras asentarse determinaron que sobre la mezquita aljama se construiría un catedral (para información de curiosos ahora que todavía no se ha terminado, toca restaurar los tejados…)

La parroquia del Sagrario sería el acceso a la futura catedral. Se la dotó de una magnífica portada de estilo gótico isabelino con dos cuerpos, flanqueados por contrafuertes con pináculos donde aparecen la Virgen y el Ángel de la Anunciación, advocación de la futura catedral y reafirmación del dogma de la virginidad de María. Sobre ellos los Evangelistas y los cuatro Padres de la Iglesia.

Sobre el arco principal la figura del Todopoderoso con la bola del mundo en sus manos.  Otras figuras que podrían ser el rey David y el profeta Isaías (la vieja Ley) y las esculturas de Apóstoles, así como motivos del obispo Villaescusa que es quien inicia la obra y el escudo y sello César Riario que la finaliza son una lección para transeúntes que se asombran de tanta belleza frente al siempre cerrado hospital de Santo Tomás.

Toda esa lección de arte callejero está en peligro. El mal de la piedra que no para el tiempo la desmorona, poco a poco. La pasividad y desidia de Málaga para algunas cosas y la falta de medios (todos unidos) pueden hacer que algún día sea realidad: “la última mata”.

 

 

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