martes, 21 de febrero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Silencio

 

 

                                 


 

21 de febrero, martes. Almorox es un pueblo de Toledo. Está situado en las faldas de una colina, entre pinos piñoneros y en las cercanías del río Alberche, el que nace en Gredos y a donde llevan sus aguas algunos arroyos de la comarca. Tiene una iglesia monumental y una agricultura de cereales y viñas…

Cuenta el libro del Lazarillo que era a finales de septiembre. Una de esas tardes de finales de verano de mucho calor y moscas pegajosas que dan la lata continuamente, una de esas tardes en que no se mueve el viento y hay una calima plomiza y todo está parado y quieto.

Iban por las cercanías de Almorox y un agricultor les dio un racimo de uvas. Dice el libro que se sentaron en un vallado al amparo de las sombras y entonces, el ciego le propuso al Lazarillo el trato de dar cuenta de él, pero comiendo una a una… En un momento, el ciego cambió de “propósito”. El Lazarillo que lo ve, comía de tres en tres y a cuantas podía. Cuando terminaron, el ciego movió la cabeza y balanceado el escobajo dijo:

-         Lázaro, engañado me has

Sorprendido el muchacho preguntó:

-         “¿Y en qué lo conocisteis vos?”

-         “En que yo comía dos a dos y tú, callabas”, respondió.

 

Acaba de saltar el enésimo escándalo de corrupción en la sociedad española. En este caso con el fútbol de por medio. El Barcelona, como pagador; un colectivo, algunos árbitros, como perceptores, o sea beneficiados. (Por cierto, no se rían de las justificaciones de algunos exárbitros, les vaya a sentar malamente)

Hasta ahora solo dos clubes, Sevilla y Español han levantado la voz. Los demás guardan el silencio de un cementerio una noche de invierno. ¡Callados y con silicona en los labios! ¿Por qué será?

En Cataluña hay tres temas intocables: la Moreneta, la Generalidad y el Barça. No va a pasar nada. Absolutamente nada. Ya verán. Habrá un ruido ensordecedor. Luego vendrá el olvido que todo lo encubre y no habrá pasado nada. Todos de rositas. Todo está inventado. Las uvas del Lazarillo con el ciego, junto a un vallado en tierras de Almorox, no será más que un recuerdo de un tiempo en que en España había tantos pícaros como ahora, pero los actuales les ganan en sinvergoncería porque aquellos tenían una cierta ingenuidad; estos son más golfos, infinitamente más.

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