lunes, 25 de abril de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Si tu me faltas



25 de abril, lunes. María es una mujer sencilla, de mirada profunda y ojos que transmiten bondad. María Gómez Riera, nació en Almáchar.  Ha llegado a la poesía - ¿o ha sido al revés? – sin hacer ruido, discreta, casi pidiendo disculpas por estar ahí, por aportar lo que nos regala a través de sus versos. María tiene la dulzura de la uva moscatel de su tierra…

Acaba de ganar la segunda edición del Certamen de Poesía “José Antonio Padilla”, que ha instaurado el Ayuntamiento de Álora en memoria del joven poeta perote que nos dejó demasiado pronto. Quieren perpetuar su recuerdo, además de  su obra, con estos certámenes poéticos.

El jurado ha premiado su poema “Si tú me faltas”.  María se ha hecho a sí misma y en sus poemas deja que aflore la sensibilidad que atesora y nos la devuelve con la fragilidad de las brisas que llegan a coronar las cumbres de sus quebrados en la Axarquía.

“Si tú me faltas” es un poema lleno de ternura, añoranza, cariño… Y lo dice, a modo de mensaje, como una nota delicada que lleva la brisa, como un anhelo contenido que se queda en la garganta, como un casi pedir la ayuda que se necesita, que se precisa para seguir viviendo.  “Si tú me faltas, ven de nuevo a verme, / regresa al níveo mar de mi tormento, / ayúdame a vivir sin atreverme.”

Hace en el poema, que presentó al Certamen bajo el seudónimo de “Gaviota”, un paso sutil por lo que se compartió, por lo que ayudó a ir asida a una mano, y que entre las dos marcaron el camino: “Se hundieron las arcadias en la nada, / ausente se palomas quedó el vuelo, / el agua se olvidó que fue cascada…

Es un poema, dentro de la realidad que expone, esperanzado en la confianza de que no se rompió todo. Queda un hálito de esperanza, queda un suspiro que aún – contenido – aguarda: “Te espero en el abismo, por si acaso, / decides regresar de tu descuido; /el sol a veces sale con retraso”.

María es mujer de tierra adentro, pero en su obra está siempre el mar. El mar de olas de nácar, de profundos y extensos azules, de horizonte que no tiene fin… No podía estar ausente de este poema: “Y espero de la brisa su silbido, / su aire marinero, su caricia, / la excelsa sinfonía de tu latido”.

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