miércoles, 20 de abril de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Paseo


                                            


20 de abril, miércoles. Era temprano. Dejé el coche donde siempre. Crucé el Guadalmedina por el Puente de la Esperanza que nació tarado de una acera. Vamos, que la hicieron más pequeña. Debieron pensar que por allí no transitarían nunca peatones…

Pasé por el Hoyo de Esparteros donde estaba La Mundial y ahora construyen un hotel diseñado por un arquitecto, de esos de mucho relumbrón, y que algunas veces se dejan caer con unos bodrios horrorosos. Esperemos que aquí no se cumpla. Y ‘encaje’ en esa Málaga de cielo con gaviotas y palomas en el parque.

Crucé por Atarazanas. Desde la remodelación del Mercado Central, cada día tiene más de boutique de tabernas callejeras, muy modernas ellas, y con unas cartas de precios que como te descuides, Dios tirita, que de mercado de abastos.

La calle Herrería del Rey - ¡qué encanto de nombre ¿verdad? – es estrecha y corta; lóbrega y húmeda. Íntima. No entra el sol nunca. Ya está tomada por la churrería de Aranda que ha cogido todos los portales libres… Y como va a más, ha revuelto también por calle Alhondiga… Me siento.

-         ¿Qué va a ser, pregunta el camarero?

-         Un chocolate y tres churros… Ah y un botellín de agua fría, por favor.

Y ahora, todo tan moderno, apunta en un aparatillo. Transmite la orden y no se escucha eso de: “marchando un chocolate, tres churros, y botellín de agua fría, para la cuatro...”

Anduve por Puerta del Mar, en el entronque con la Plaza de Félix Sáenz. Uno de los hombres ilustres de la Málaga del XIX. Por Alarcón Luján, que fue alcalde, salgo a Larios. Decir ese nombre en Málaga es como nombrar la Torre Eiffel en París, el Vaticano en Roma, Time Squar en Nueva York o la Puerta del Sol en Madrid…

Caminé de espaldas a las brisas que suben del mar. Llegué a la Plaza de la Constitución. En su esquina, ya no está la zapatería Parriego, donde una mañana se entró el perote y pidió unos zapatos del 42.  Se dio un paseo por la alfombra y preguntó el precio y…

-         Treinta y dos mil pesetas…

-         ¿Treinta y dos mil pesetas por unos zapatos?

-         Tenga en cuenta que es confección a mano, piel de cocodrilo y, además, Parriego….

-         Pa riego me compro yo unas botas, por quinientas pesetas ancá El Pintó, y van divinamente…

 

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