29 de enero, domingo. Mozart, nació en Salzburgo en 27 de enero de 1756 (acaban de cumplirse 267 años) y murió en Viena, el 5 de diciembre de 1791. Fue un genio de la música – compuso para todos los instrumentos, aunque tenía aversión a la flauta - de la segunda mitad del siglo XVIII.
Wolgang Amadeus Mozart fue un
niño prodigio. A los cinco años, acompañaba a su padre por los círculos
musicales de Europa donde causaba admiración, sobre todo, delante del piano.
Como compositor también comenzó muy joven y sus piezas eran valorados y
exaltadas por los entendidos.
A pesar de la cortedad de su
vida, solo 35 años, está considerado como uno de los más grandes músicos de
todos los tiempos. Su vida está llena de tinieblas donde, en ocasiones, prevalecen
las contradicciones a la realidad.
Desde muy niño padeció todas
las enfermedades de su tiempo, incluida la viruela, la enfermedad imperante,
que le dejó marcadas cicatrices en su cuerpo. Siempre estuvo lleno de achaques
y fiebres raras.
Cuenta uno de sus biógrafos que
ya al final de su vida viajó a Praga y se sintió mal. Allí se incrementaron sus
padecimientos y en el regreso a Viena se sentía tan mal – vómitos,
convulsiones, fiebres altísimas – que pensaba que moriría por el camino.
Ya en Viena tuvo un
restablecimiento. Su mujer lo sacó a dar un paseo por el Práter y él le
confesó su creencia de que lo habían envenenado y que sentía su fin muy
cercano. Componía el Requiem que
no llegó a terminar y que según confiesan, había dicho a sus más allegados, que
lo había compuesto para él mismo.
Su salud se deterioraba por
días. La hinchazón de manos, piernas, y articulaciones llegó a tal grado que
dicen que no podía girar la cabeza. Las contradicciones entran, como en la de
todos los genios, a formar parte de su vida, hasta el punto que dicen, que la
misma noche de su muerte él mismo participó en una representación de la obra
inconclusa. No es fácil de creer.
Lo que es cierto es que murió
en la ruina. A su entierro – de tercera - asistió muy poca gente y su cadáver
fue acompañado al cementerio de San Marx desde la catedral de San Esteban por
uno de sus hijos. Le dieron sepultura en una tumba simple y se perdió el rastro
de sus restos…
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