domingo, 15 de enero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El campo


 


15 de enero, domingo. El campo está precioso. El campo habla de muchas maneras. A modo de susurros, en la media distancia, desde la lejanía, Siempre habla. Solo cabe acercarse a él y abrir los sentidos y dejarse empapar por las sensaciones que llegan.

Siempre aparecerá el zumbido de una abeja, el olor de una flor, el canto de un pájaro, el sigilo con que se mimetizan los animales… Dijo el Poverello de Asís: “Alabado seas mi Señor por la hermana nuestra madre tierra / la cual nos sostiene y gobierna/ y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas…”

El campo está como esos pobres que, con la mano extendida pedían, de puerta en puerta, una limosna por el amor de Dios. Pide una limosna de agua. Ya la necesita. Tienen que empaparse los sembrados llenarse los pozos, correr las cañadas, y cargarse los veneros…

Pablo Guerreo, cuando éramos jóvenes cantaba que tenía que llover a cántaros. A lo mejor – aunque se desee- no pedimos tanto y nos conformamos con una lluvia calaera, que hace repiquetear las canales. La copla, otra copla, decía aquello de “agua menuita llueve…” y le pedía a la niña abriese la puerta para evitar que el hombre se calara.

Está retrasada la floración de los almendros. Aún no han florecido como otros años. Solo algunos, en la Cuesta del Convento y en las umbrías del arroyo de Paredones, muestran tímidamente algunas florecillas que apuntan y dicen que vendrá, que tiene que venir la primavera y la naturaleza entonces, dirá que solo estaba dormida y quieta….

Esta mañana ventosa, muy temprano, he escuchado un mirlo que cantaba en la huerta. Se las andaba entre el tupido de las ramas. Éste, casi seguro, terminará con un nido en las cercanías de la casa. Luego, un poco más tarde, eran los chamarices los que saludan en la medición de la mañana. Esos pajarillos diminutos, pequeños diamantes, preludian otro tiempo. Son los primeros que anidan en las ramas de naranjos.

Las lomas de Virote están verdes; los Lagares, también. Dice el hombre del tiempo que ya nieva en Piedrafita, en Babia, en Belagua, en Ezcaray, en el Ronca... Por aquí solo pedimos agua. Han nacido los trigos y precisan agua para que luego podamos gozar con los versos de aquel fraile también sublime, fray Juan de Yepes que nos dijo que “mil gracias derramando pasó…” Ya saben…

 

 

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