miércoles, 7 de mayo de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aquel hombre

                                              

Consultaba siempre el ‘Zaragozano’ porque gustaba de tener información del tiempo que haría durante todo el año. Gustaba de ir con el pie cambiado; regaba de noche, cuando todos dormían;  conseguía los pepinos más tempranos y sus hoyos de tomates eran los mejores del contorno. Usaba pelliza los días de frío. Tenía mal genio. Conocía las fases de la luna y todo lo que había que hacer y cuándo en el campo.

Bebía aguardiente matarratas, tan fuerte que, cuando a los niños nos mandaba  por una botella a la cantina rehusábamos, de manera espontanea, darle el trinque de rigor. Estaba, aquel aguardiente, horrorosamente, malo. Fumaba ‘Ideales’ y en las noches de verano dormía en un catre debajo de la parra.

-     -     Echa un cigarro, me dijo. (Era una tarde de comienzos de verano). Yo lo hice con mi abuelo y, tú, lo vas a hacer conmigo.

Buscaba verdolagas en las correderas del maíz para los pájaros perdices. Las  picaba; las ponía, con sumo cuidado, en el comedero del  terrero. Cada pollo tenía su nombre y nunca le faltaban un par de recambios nuevos…

Cuando levantaban la veda los mudaba a la jaula. Con la sayuela puesta y, metidas en un cujón del serón de la yegua, las tardes de sol tibio de otoño las pasaba en el puesto - era cazador de jaula -  en las lomas de Virote…

En las noches largas de invierno hacía con sus manos figuras en las sombras proyectadas por los dedos en la pared. La candela de la chimenea, la fantasía y el candil ponían todo lo demás. En las casuarinas que orillaban – las cortaron cuando la electrificación del ferrocarril -  la vía, cantaba el autillo. Luego, nos rendía el sueño.


Una tarde soleada de abril se sentó a la recacha. Una neumonía, y los años se lo llevaron. Aquella noche, mientras lo velábamos, se olía a primavera. Los hombres -vecinos, otros que venían a cumplir y la familia que acudió - se calentaban a la lumbre. Comentaron, que la floración ese año, apuntaba a buena…

1 comentario:

  1. "...se sentó a la recacha." Qué curioso, en el pueblo donde me crié se decía a la recachera; "vamos e sentarnos a la recachera", cuando se trataba de tomar el sol en un lugar resguardado... Ninguna de la dos palabras está contemplada en el diccionario...
    Cordial saludo

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