jueves, 1 de mayo de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los niños

                                               

Los niños de la calle aquella eran como todos los niños del pueblo, pero diferentes. Jugaban como todos los niños pero siempre tenían ocurrencias que a otros no les venían ni por asomo y, además las llevaban – o intentaban – llevarlas a buen término.

Una tarde de verano, calor tórrido, asfixiante y todo en calma tuvieron una idea genial. De la alacena de la abuela, una señora mayor, enjuta y enlutada, tomaron un bote vacío de melocotones en almíbar que alguien había llevado como regalo cuando su hermana tuvo anginas.

Dicho y hecho. Subieron por las Chozuelas. Una vez coronada la calle, giraron a la izquierda, y por la calle del Puerto enfilaron camino a la sierra. En La Viñuela nuevo giro y tomaron subida por la jerriza hasta el Hachuelo.

Dejaron atrás la tierra de labor. Los olivos estaban ya con la aceituna como pezoncillos de muchacha adolescente y, con el sol de retirada de la tarde ofrecían unas sombras escuálidas, raquíticas, si a aquello podía llamarse sombra.

Coronaron el Hachuelo. El pueblo ya se veía abajo, encalado y silencioso apurando las últimas horas de una siesta larga como un día sin pan, lenta como un centrocampista argentino, interminable como los días de escuela…

Con pericia levantaban las piedras. ¡Aquí hay uno! Con dos cañitas, con mucho cuidado, y atacando por los flancos, lo cogían y, a la lata… ¡Otro! y ¡Otro…! Anduvieron medio cuchillo de El Hacho…. El bote casi hasta arriba.

Bajaron gozosos, tan de puro gozo que casi se les secada el sudor. Había que repartir el botín.  Antes de llegar al mercado de abastos, en la esquina con  Cantarranas, conforme se bajada la Chozuela, en la puerta del Cuartel y en el cruce de la calle Carmona – porque  casi todos  vivían en la misma calle o en el cuartel, sobre la solería de rellano …

El Guardia de Puerta los ve agolpados, hechos un ovillo…

 “Niños, ¿qué tenéis ahí?”

-“Na, alacranes”

Salto atrás del guardia sin saliva.


“¡Qué…! La madre que os parió…

2 comentarios:

  1. -“Na, alacranes” ¿Qué importancia tenía para ellos esos bichos?, no cabe duda que solo eran objeto de captura y diversión; si conocieran como se las gastan...
    Me ha gustado tu corto relato. Cordial saludo

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  2. Lo que se vive de niño no se olvida nunca en la vida.

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