viernes, 17 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cuento apócrifo
17 de mayo, viernes. Era
una mañana de mayo. Dios madrugó porque Dios madruga mucho. Dios madruga más
que la luz y aquella mañana decidió darse el paseo de todos los días y entonces
fue y le dijo a las estrellas que ya era hora de recogida que el sol apuntaba
por detrás del Cerro del Santi Petri y que no estaba bien que ellas se las
anduviesen a esa hora por esos mundos.
El lubricán que es muy
obediente fue y se dijo que él también recogía los bártulos y que era el
momento de ir dejando el paso de la belleza del alba. Comenzaron a cantar los
mirlos madrugadores. Sí, esos que han anidado en las alamedas del río. El
carbonerillo en su humildad también quiso unirse al canto de los demás
pajarillos madrugadores. El ruiseñor que es un señor en toda la extensión de la
palabra pensó que con su canto él podría ensombrecer el de otros pajarillos y
entonces fue y dejó de cantar.
Dios lo miraba todo. Vio como
algunas mujeres muy trabajadoras de esas que van a Málaga en el primer tren
porque ellas trabajan por horas iban a la estación. Luego, cuando llegan de
regreso, por la tarde, vienen cansadas y fundidas y Dios va y se dice. Como mi
madre que bajaba al pozo antes de las primeras luces y luego le hacia un tazón
de leche a José para que comenzase la tarea y otro para mí. Yo era muy niño pero
antes de ir a la sinagoga también daba un sorbo la tazón de leche y me comía
los dátiles y lo higos secos, uno a uno, camino de la escuela.
Dios vio, también como otros
hombres llevaban una pequeña neverilla con la comida para el día y como los
niños casi con los ojos pegados se iban para los Institutos – los de las clases
de primaria entraban más tarde – y en los pasos de cebras, unos hombres
uniformados regulaban el tráfico para que no hubiese problemas a la hora de
cruzar por la carretera. Y entonces Dios fue y pensó ¿qué seria de esta gente
si no tuviesen la ayuda de los hombres uniformados?
Dios lo venía todo. El día
abría esplendoroso. Las jacarandas están ahítas de flores lilas y cuando los
pétalos ya se deshojan entonces dejan una alfombra morada sobre el suelo. Los
celindos perfuman la mañana y las celestinas le ponen el color- dijo Dios como
el color del manto de mi Madre – a la mañana, y Dios vio que todo lo que había
hecho estaba bien y se dijo: ahí os lo dejo para que lo disfrutéis. Era solo una
mañana de mayo…
jueves, 16 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pentecostés
16 de mayo, jueves. Dicen
que vinieron tres tipos raros desde tierras lejanas. Seguían una estrella diferente.
Unos los montaron en camellos; otros, que llegaron desde Oriente y preguntaban
por no sabemos que Rey que la iba a liar - ¡y de qué manera, pero ellos
pensaron en otro tipo de lío!– y que se volvieron por otro camino….
Después nos contaron otras
cosas que si huyeron a Egipto porque Herodes tenía las ideas de un cable caído,
que si el Niño se hizo grande y empezó – como los de ahora – a darles sustos a
sus padres, que si anduvo prácticamente desconocido de todo el mundo un montón
de tiempo… ¿Por cierto, sabe alguien sabe si san José ese hombre mayor con
barbas traspasó la carpintería o la cerró como tantas otras empresas…?
Hay otra fiesta preciosa. Era
por la tarde. Los muchachos, derrotados se echaron al camino. Iban de Jerusalén
hacia Emaus, y como pasa cada día, la noche se echaba encima. Un desconocido se
había pegado a ellos le conminaron a que no siguiese el camino solo
y que se quedase con ellos que eso de andar de noche sin compañía por
los caminos…. ¡Y lo conocieron al partir el pan! ¿Habrá algo más bonito?
Bueno ironías aparte, el
cristianismo – ese que dice que hay que amar a los enemigos y tratar a los
otros como hermanos bien avenidos, ese, tiene tres fiestas fundamentales.
Navidad (da igual el día, el año o la estación) Resurrección y Pentecostés.
Hay doctos que hablan con una
autoridad que yo no tengo sobre las tres. A mí esta de Pentecostés me encanta.
Desde siempre. Quizá sea que como me gusta ir con el pie cambiado y ésta es la
menos reconocida, pues eso..
Cuando yo pienso que la Iglesia
lleva más de dos mil años en manos de los hombres cada uno de su padre y de su
madre, cada uno de su leche y esto no caiga es porque hay por encima Alguien
que mueve la batuta y hace que la orquesta desafine lo menos posible y, a veces
hasta en los desafines, acierta… A ese Alguien le llamamos Espíritu Santo.
Dicen que cincuenta días después de la Resurrección se presentó sin avisar y
dijo, que el cachondeo se había acabado y cada uno a cumplir con su misión. Y
le hicieron caso y las cosas comenzaron a funcionar, y miren por donde, sigue
funcionando…. Veni Creator Spiritus. (Ven Espíritu Creador). ¡No veas cómo te estamos
necesitando!
miércoles, 15 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Con flores a María
15 de mayo, miércoles. El viejo edificio maloliente daba acogida a los niños del pueblo. Era la Escuela Pública de ‘los niños’. (La de las niñas estaba en la calle de la Parra). Don José Oropesa tenía su clase en el piso de arriba. En el testero principal, al fondo, conforme se entraba, a la izquierda, colgaba una estampa de la Inmaculada de Murillo. La estampa estaba protegida por un cristal polvoriento. Dos tarros de cristal en una repisa de madera. Siempre tenían flores durante el mes de mayo.
Después, de hacer aquel dictado que comenzaba: “en el fondo de la galería resonaba un piano destemplado que parecía balbucear de mala gana…” los niños cantábamos el ‘venid y vamos todos con flores a María…’ Don José era un hombre bueno, muy bueno.
La Virgen del Recreo, en el Seminario, era de mármol blanco y frío. Estaba bajo una covacha de ladrillo, de estilo neomudéjar, que probablemente debió colocar allí don Manuel González. En las noches de mayo, los muchachos, después de unas tardes largas de estudio, cuando el crepúsculo se perdía por la sierra de Mijas y los camiones subían lentamente por la cuesta del Colmenar, bajábamos al recreo y le cantábamos aquello de ‘venid y vamos todos con flores a María…’ Don Manuel era un hombre bueno, muy bueno. Hoy está en los altares.
Escribió, Alfonso Grosso, Giralda y Con flores a María. Dos obras excelentes. Probablemente la crítica social y antropológica más profunda, concienzuda y dura de una religiosidad andaluza difícil de comprender. Denunció Alfonso, con valentía los que otros ven y callan. Dijo lo que sí y lo que no. Y puso a muchos en su sitio. A su muerte, escribieron de él. Yo personalmente no lo conocí; no me cabe duda, si escribió lo que escribió, además de valiente, fue un hombre bueno.
Dice el periódico que existe un enorme desconcierto en España. Parece que hemos pedido no el norte, no. Hemos perdido también los otros tres puntos cardinales hasta el punto que se ven cosas que es mejor tenerlas por obras de perturbados que por realizaciones de arte. Pienso en la música, en los espectáculos sociales, en la crispación que aparece por cualquier esquina, en la insatisfacción que lo llena todo, que lo invade todo. ¿Nos paramos a analizar el contenido de algunos programas de televisión?
No sé si todo se ha desquiciado
porque eso de venid y vamos todos con flores de María nos parece ñoño. No sé. A
veces, me pregunto ¿y si no lo es?
martes, 14 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Jardín de la Concepción
14 de mayo, martes, Muy cerca de Málaga. Conforme se enfila la salida de la ciudad por la autovía de Las Pedrizas, a la derecha. Un bosque frondoso en los meses mayores dice que allí, bajo sus copas se encierra algo único, excepcional. Puede verse algo parecido en algunos sitios; igual, casi imposible.
El espectáculo increíble. Una selva
inesperada. Aldabonazos de belleza hacen que la vista, ante tanta abundancia,
no sepa hacia donde dirigirse. La flora sorprendente, palmeras altivas,
senderos serpenteantes, regueros de agua que bajan y dejan un rumor para soñar,
para pensar cómo eso tan bello y tan extraordinario ha podido conservarse ahí,
de esa manera.
Un palacio semiescondido entre
la fronda adorna uno de sus laterales con la belleza generosa de jacarandas en
flor y entonces revientan con su color lila; si el tiempo de floración ha
pasado, entonces una techumbre de verde, orlada por una colección de
aspidistras dice que estamos en un lugar que tiene algo especial. Es verdad. En
ese cenador se urgieron página de la Historia de España del siglo XIX. Allí
compartían mesa y conspiraciones el marqués de Salamanca, Cánovas del Castillo,
Estébanez Calderón, Francisco Silvela, Jorge Loring, Romero Robledo… Allí nació
el Banco de Málaga o la construcción del ferrocarril de Málaga a Peñarroya por
Córdoba porque había que abastecer de carbón las siderurgias de Heredia.
Amalia Heredia Livermore se
casó con Jorge Loring. Amalia era hija de Manuela Agustín Heredia e Isabel
Livermore. La afición por las plantas, el ir y venir de una flota de barcos –
Málaga tenía un correo mensual con Nueva York – y el congraciarse con la señora
de los capitanes de barcos hizo que a la finca de san José – su residencia-
llegasen las plantas más exóticas del mundo. Cuando Amalia y Jorge se
establecen enfrente, en la Concepción, el trasvase de plantas fue algo normal.
Hacer una relación exhaustiva
de plantas es algo que suena a catálogo. No es la intención. Solo citar
buganvillas, palmera, plátanos de sombra, azahar de China, aligustres, almeces,
cipreses, pacíficos, ficus, laureles de Indias, chamadoreas, cañas de bambú…
Entren, pasen y vean. Al igual
puede que piensen que están en una selva al alcance de la mano. No están
equivocados ¿o sí? Cuando lleguen a una de las lindes se van a encontrar con el
mirador y Málaga, al fondo, que espera fundirse en ese beso de amor que siempre
sueña con África al otro lado del lago azul que Roma dijo que era nuestro…
lunes, 13 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¡Ay, trece de mayo!
13 de mayo, lunes. Lo pide la fecha en el calendario y lo pide el tiempo; lo pide lo que uno lleva dentro y “tus ojos de manzana / y tus labios de cuchillo…” Se lucieron Rafael de León y el Maestro Solano. Se lució doña Concha y, otras que, también la han cantado, pero como como ella, ninguna.
Hay otro trece de mayo. Portugal - ¡con la de buena gente que hay casi al lado de la Raya! hoy también tiene un día grande. En Fátima miles de personas irán a ver a su Virgen. Don Antonio Machado dijo que España era devota de Frascuelo y de María. También tenemos ahíto el calendario de advocaciones marianas en estas tierras: Rocío, Pilar, Flores, Desamparados, Fuensanta, Paloma, Aliseda, Monserrat o Begoña….
Me decía un amigo que la fe empieza donde termina la limitación del hombre. Cientos, miles de personas buscarán una salida, elevarán una, cientos, miles de plegarias y, a la noche - o quizá antes - vuelvan a sus casas con la esperanza de que todo va a tener arreglo.
Dicen los que saben que la copla siempre es una pequeña historia con un inicio, un desarrollo y, el desenlace. Puede. Ésta, desde luego, además de un poema bellísimo, es un canto a la desesperación, al amor ciego, al amor que llega donde y cuanto quiere… En la España de hoy quizá se quedaría en la plaza del suspiro.
¿Cuántos nombres tienen nueve letras? ¿Sería un capricho de Rafael de León poner el nueve? ¿Sería la prueba definitiva para ver si la cuenta estaba bien hecha? Maestro, preguntaba el niño en la escuela ¿con la prueba del nueve?
Se ha echado, estos días, a los caminos gente de media Andalucía - en la otra mitad se mira, se observa, se interroga-. Van a la aldea de Almonte. El lunes de pentecostés llama a la puerta y en la madrugada del domingo al lunes vamos a ver escenas que a uno le faltan calificativos para darles un sitio, pero las cosas son cono son o como queremos que sean.
Mi amigo Bartolomé, peregrino
empedernido a Fátima de donde acaba de volver, un día mano a mano los dos me
contaba: sintieron como el reflejo de luz que se aproximaba y vieron una Señora
vestida de blanco surgir de una pequeña encina que aseguraron que se trataba de
la Virgen María”. (“Bienaventurados los que sin ver creyeron”) ¡Ay, trece,
trece de mayo en que me encontré contigo!
domingo, 12 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Camino
12 de mayo, domingo. Nos ha
bombardeado el telediario del mediodía de Canal Sur – en estos días vendrán
más, como es lógico- con la salida de las carretas que van para el Rocío. Decía
la voz en off que algunas vienen de puntos lejanos de la geografía y van a
recorrer más de trescientos kilómetros.
La gente, con todo este
batiburrillo de cosas, vende alegría en su cara, en su manera de expresar los
sentimientos que les salen desde sus adentros, en su manera de pregonar la
‘tradición’ aunque algunas tengan la antigüedad del año pasado.
Da igual. Otras vendrán –
quiero decir, irán – a la marisma desde puntos aún más lejanos. Obviamente van
a cambiar la carreta por otro medio y los bueyes que permitirán el camino se
alimentarán de queroseno o de gasoil o vaya usted a saber.
Me decía un día mi amiga Pilar
que alguna vez tendría que ir a su pueblo, o sea, a la Puebla del Río - ¿No han
visto ustedes cómo pasa el río por la Puebla? No se lo pierdan, siendo igual,
cada día, es distinto - para ver cómo hacen el camino las carretas. Por
supuesto que algún día – la verdad que no sé cuándo – habrá que ir y ver ese
colorido que según las imágenes se emborrizan en polvo de las arenas y se
adereza con la brisa de la marisma y briznas de eso que llamamos fe.
Yo, algunas veces, me he
preguntado qué sienten los peregrinos cuando, terminados los eventos del lunes
de Pentecostés, la gente “cansada pero contenta” inicia el camino de vuelta. Y
me he preguntado qué se quedarán pensando los miles de pájaros, uno de nombres
rimbombantes, y otros desconocidos, cuando vean que al final, muy al final de
los últimos que se pierden, se asienta el polvo porque “todo se va terminando
como un sueño que se aleja…”
sábado, 11 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ten... pa tó
11 de mayo, sábado. Tarde
de feria. Los bares montan mesas en la calle; lo invadían todo. Hay que sacar
algo porque luego viene el invierno y la cosa se puede poner fea si no se saca
algo extra en los días de las fiestas.
El segundo día de feria, por no
se sabe que extraño misterio, parecía el día propicio para que acudiese el
personal, que habitualmente residía en el campo, todos vestidos con la ropita
nueva. La economía no daba para más. Un día y basta. El matrimonio, los niños,
la suegra, los novios de las niñas, la cuñada soltera y alguna vecina amiga. Mesa
completa...
Gilena era
grande como algunos jugadores de baloncesto de ahora (entonces ni se sabía de
la existencia de ese deporte), de camarero. Pantalón negro, camisa blanca y el
pelo ensortijado con la luz propia de la brillantina barata. Se acerca a la
mesa:
- ¿Que va a ser?, pregunta….
El personal responde como un
resorte. Todo a la vez y a gritos.
- Yo, fanta de naranja; yo,
coca-cola; un mitad; yo, pepsi; un quinto pero que
sea Victoria; yo, de limón; un café doble con tejeringos; un cartucho
de papas fritas; un cuarto; yo, café solo; yo, con leche; un ponche; yo…
Gilena, era el
camarero que atendía en la calle. Escucha con la bandeja bajo el brazo y las
manos entrecruzadas a la espalda. Se vuelve un poco, gira la cabeza y se dirige,
con la voz más alta que los energúmenos, al mostrador:
- Pepe, “ten pa tó”.
Lo cabo de leer. El portavoz de
nombre casi impronunciable, de no sé qué organismo de la Unión Europea que
tiene que ver con la alimentación, ha hecho pública la posible prohibición de
utilizar aditivos que dan sabores de ahumados.
¿Se acuerdan lo que se formó
con ciclamatos? Después vino lo del azúcar; ahora, esto. Probablemente haya
conflictos de competencias y cortan por la calle de en medio: supresión de
aditivos. Le endosan tropecientas mil cosas y todas malas. Dicen también que,
si los países miembros lo aceptan, puede entrar en vigor relativamente pronto.
O sea, que el panorama no pinta
muy boyante para los que gustamos de sabores diferentes. Probablemente haya que
aceptar que “ten, pa tó” ( té para todos) puede estar ahí al revolver de
la esquina como quien no quiere la cosa.
viernes, 10 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nocturno
10, de mayo, viernes. El
Barranco mira al pueblo desde enfrente. Está ahí, en su sitio, recostado en la
ladera por la que la sombra del castillo se prolonga y baja y llega como los
niños que jugaban “a pata coja”, en esas horas en que se lo inventan todo, para
salvar el desnivel hasta la plaza y luego…
¿Luego?,
luego, el pueblo remonta, otra vez, el vuelo y sube y busca – siendo el mismo –
otro cielo. (Dentro de un rato, cuando
la noche extienda su manto, entonces, las estrellas en la distancia se asomarán
despacio...)
El
Barranco – o sea, ese pequeño Albaicín blanco y nuestro – es un vericueto de
calles que se entrecruzan. Suben, bajan, llanean. Se paran aquí y allí; toman
un resuello y siguen y vuelven a empezar. El viajero mira, se asoma, ve y se
extasía con todo lo que sus ojos contemplan. Dicen que ‘albaycín’ significa:
‘cuesta’. Me pregunto yo ¿tomarían de aquí el nombre?
Una
pared cercana corta el paso; la calle gira de pronto; se va por otro sitio y,
dice que por aquí, no; por allí, sí. Sigue su curso, toma el destino que
quiere, que para eso ese es su barrio y …
La luz
de la tarde se viste de preguntas, de dudas, de enigmas cuando el sol ya se ha
ido por el Monte Redondo El viento puede aparecer por cualquier esquina y, si
ve a alguien, se da la vuelta y juega al escondite. Se alargan las sombras.
El
lubricán, único. Se encienden las primeras luces del pueblo. Las ventanas de
enfrente son ventanas lejanas. ¿Quién habrá detrás de esas ventanas? ¿Quién
pondrá barrera a los sueños ahora que se acerca la noche y todo se hace más
íntimo, más intricado, más de puertas para adentro?
Están
en silencio. No hablan las barandillas. Son barandillas de hierro barato,
pobre. Son barandillas de un lugar donde no sobró nunca nada. ¡Cuántas veces
habrán servido de soporte firme a manos inciertas que se asieron a ellas, como
auxilio seguro, cuando flaqueó el cuerpo!
Reverbera
la cal. No tiene humo el humero. Un artilugio quiere esparcir los aires, como
quien avienta malos recuerdos para que no revoquen dentro. Una mujer,
probablemente vestida de negro, pasó muchas veces la escobilla por el muro
liso. Álora, - o el Barranco, que para el caso lo mismo – de cal y embrujo. Dejó una impronta impoluta, como gotas
derramadas de una Vía Láctea que va por otro cielo…
jueves, 9 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nubes de canela.
9 de mayo, jueves. Me las
andaba por esa joya botánica que en Málaga llamamos ‘el parque”. A un lado,
trepando por la ladera la Coracha y la Alcazaba; arriba, Gibralfaro y por
encima, muy por encima un cielo azul con algunas nubes errantes.
Al otro, una verja y un paseo y
un poco más allá el agua del puerto por donde el maestro Alcántara decía que
andaban los buzos buscando la llave de sus recuerdos. Unos veleros, unas
gaviotas curiosas que, desde la altura giraban a un lado y a otro la cabeza y
buscaban algún pececillo incauto de esos que asoman la cabeza para liberarse
del gasoil de los barcos. En la lejanía, unos cruceros y la mar, la mar abierta
en un espacio enorme que cierra una línea recta y que llaman horizonte.
Deambulaba a la deriva. Iba con
un amigo al encuentro de otros amigos. Un poco más allá del edificio que un día
Correos y ahora Rectorado de la Universidad una fila de casetas homologadas,
idénticas, simétricas se daban unas a otras la mano.
Paso por delante de una de
escritores malagueños.
- Me da, por favor, lo último
que tenga de María Gómez…
La señora tiene el cabello
blanco y unos años. Está sentada en uno de los extremos de la caseta, con la
mirada me dice que a mi pregunta le falta algo…
- María Gómez Riera.
Otra señora que ocupa la parece
central del mostrador le indica donde está. Se levanta. Camina despacio.
Alcanza un ejemplar: “Nubes de Canela”. Me acuerdo de algo que escribió
un hombre magnífico que era de Naval de Moral de la Mata. Se llamó José María
Pérez Lozano. Escribió. “Dios tiene una O” y dijo: “Cuando las palabras
se mueren, Hijo, las entierran en un libro. Los libros, Hijo, nos traen el
recuerdo…”
Abro al azar. Leo en la página
55 “El mar cuando besa el cielo. / El azul de la mañana. / El silencio que
me arropa. / La gaviota que pasa.”
Y entonces entorno los ojos y pienso
en lo bien que escribe mi amiga María, en la sensibilidad que atesora esta
mujer que nos la regaba con la sonrisa de sus labios, con la gracia de su
palabra con la generosidad de su poesía. Ya ven hay días que tienen un tinte
especial y si uno lleva consigo, Nubes de canela, entonces ya, ahí, casi
se para el sol.
miércoles, 8 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ni sola, ni en la lejanía: en su sitio
Encinasola (Huelva)
8 de mayo, miércoles. Describe
Cervantes en ese libro del que habla mucha gente y muy poca ha leído, El
Quijote, uno de los momentos más sublimes del estado de ánimo de su
protagonista. Es en el capítulo cuarto: “La del alba sería cuando Don Quijote salió de la venta, tan contento, tan
gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le
reventaba por las cinchas del caballo…”
Hace
unos días hice, en respuesta a la llamada de un amigo, hice una escapada por
esas tierras. Según ellos está lejos de todos sitios, - creo que no, que se
equivocan, está en su sitio – y que está sola. Puede que un poco de algunos
hombres, eso es verdad, si puede estarlo pero que se viene en el corazón de los
que una y otra vez nos acercamos a ella y es ese algo que se queda dentro y a
uno se le viene como compañera inseparable.
Encinasola
está casi cuando Sierra Morena pone fin a una andadura de muchos kilómetros -
“¡qué, bien los nombres ponía / quien puso Sierra Morena a esta serranía!” Como
su andadura es muy larga, a veces, cambia de nombre y hay sitios donde se llama
Despeñaperros, o Sierra Madrona, o de los Santos o de los Pedroches o de Aroche
o de Aracena... Es igual es la misma.
Encinasola
es un pueblo coqueto, de calles anchas con empedrados que imitan estilos
portugueses, sus vecinos de enfrente, a pedir de mano y asomados a la cresta de
una loma. Es Barrancos, pueblo blanco de tejados rojizos.
Si
se llega desde el Este, en Santa Olalla del Cala o en Monesterio hay que
apartarse de la Autovía de la Plata y adentrarse por una carretera que escinden
la dehesa (no se pueden ni imaginar, cómo está la dehesa esta primavera).
Si
se viene por el Norte, se deja atrás Jerez de los Caballeros (¡pedazo de ciudad
monumental, sombra alargada de los Templarios!) y Fregenal que el refranero califica
como ciudad de “ los señores”.
Desde el Sur, en la Venta del Alto, está la
desviación. El indicador de carretera manda a Portugal. Antes se pasa por
Aracena - ¡No se equivocó quien le puso Gruta de las Maravillas al
tesoro escondido bajo su tierra y Galaroza (la de los ‘jarritos,’ por
septiembre) y Fuente Heridos, y la Sierra de la Contienda. El Múrtiga lleva a
Flores. Ya se sabe, lo dice la copla: “A orillas de la Ribera / está la
Virgen de Flores / patrona de Encinasola / reina de los corazones”.
martes, 7 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitacora. Viva la juerga
7 de mayo, martes. “Sevilla
tuvo que ser bajo la lunita plateada…” No, no van por ahí los tiros, aunque
también pudieran ir. El Arenal de Sevilla era lugar de confluencia de pícaros,
sinvergüenza y gente de “buen vivir”. Por allí hizo circular don Miguel de
Cervantes a Rinconete y Cortadillo.
Y, de allí al patio de
Monipodio y, mientras, por el camino el consejo oportuno: roba y da
participación a otros, que luego, es imposible recoger ni lo robado ni lo
repartido… Más o menos. Era la España del Siglo de Oro. Buenas letras y mucha
miseria en las calles; ahora, siglos después, más de lo segundo que de lo
primero. Cosas, que pasan.
No puede abrirse un periódico,
ni ver un telediario, escuchar una tertulia…¿para qué? A uno se le sube la
bilirrubina (la rabia, en cristiano) a la garganta cuando escucha tanto y
tanto… y, lo que no aflora. Pero nadie sabe nada. Nadie ha visto nada. Vamos,
que ni pasaban por allí. A mí que me registren.
Al parecer la República
Dominicana está mas cerca que Chamberí; Venezuela y las Islas Caimán como
Arganda o Azuqueca de Henares, poco más
o menos; las islas del Caribe donde llegan los aviones cargados de dinero, como
Getafe o Ciempozuelos. ¿Lo de las maletas de Baraja aquella noche? Vamos,
hombre, un bulo. ¿Usted se lo ha creído? Usted se lo cree todo.
De empresas tapaderas, paraísos
lejanos, amnistías fiscales, y todo lo que se les quieran echar, de eso, no
hablamos…Algunos no tienen que irse tan lejos: lo tenían en el banco de la
esquina, en la oficina con secretarias de perfumes caros y filtros para
acceder, de tarjetas y coches oficiales. ¡Ay, ‘mi cochecito oficial’!
¿Dos cruces? No. Hay un cementerio de cruces
clavadas por las calles, por los hospitales, por los viejos casi dejados a su
suerte, por escuelas cerradas, por gente que se murió esperando la ayuda, por
parados y olvidados a su suerte, por las colas de Caritas…
Decía la copla que eran dos
amores muertos sin haberse comprendido. Nos comprendemos. El problema está entre
el pueblo que cada día se lo traga todo y aguanta y no se entromete en nada (“gallo
que no canta algo tienen en la garganta”) y entre tanto ladrón –con traje de pijo- como ahora, dentro. ¿Qué se apuestan que
usted y yo pagamos a Hacienda y estos se van todos de rositas? Al tiempo.
lunes, 6 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Polluelos
6 de mayo, lunes. Ellos
de apoyan unos en otros. Se dan los codos de sus alas. Se alzan sobre sí
mismos…
- ¿Tú ves algo?
- No. ¿Y, tú?
- Tampoco.
Ocupan las barandillas del
nido. Son los más atrevidos. Se asoman al precipicio sin miedo o sin consciencia
del peligro que hay fuera o… Da igual. Sienten los tibios rayos del sol de
media mañana sobre sus cabecillas pelona, sobre sus espaldas que comienzan a
vestirse de plumas negras. Fuertes en la raíz, endebles a medida que se alargan.
Esas plumas serán vitales cuando, volantones, comiencen esa aventura que llaman
volar.
- ¿Ha pasado el peligro?
Pregunta uno de los de segunda fila.
- Qué va. Sigue ahí. Ahora está
clavando sus uñas en el trono del albaricoque seco, ese que está en el borde la
linde y que no pudo soportar la dureza del veranos pasado cuando julio y agosto
descargaron todo su fuego sobre la huerta…
El gato romano, que tiene el
rabo largo los colmillos afilados y los bigotes como aspas de molino es el
terror de los nidos del huerto. El gato romano trepa por el ciprés de la
alberca, camina por el caballete y cuando le parece bien salta sobre el alero
del tejado y se pasea ceremonioso. Entonces, todos los gorriones levantan el
vuelo y se burlan de él. El gato romano, a veces, con su patita delantera, hace
un intento de levantar las tejas. No lo consigue y, sigue su marcha y busca
otras presas más fáciles.
- ¿Pero, entonces, se va o no
se va?, vuelve a preguntar, angustiado…
- No, por ahora, no, le dice su
hermano que mira fijamente al peligro. No tengas miedo. Tú no te muevas, ni
pies, ni hagas ningún ruido y él no puede trepara hasta nuestro nido porque
está en el filo de la rama y como es endeble se puede romper… pue no subirá y
se la buscará por otros árboles…
Los cuatro patatales del nido
contemplan la mañana de primavera. Están los celindos en flor; los granados han
pespunteado de rojo sus ramas y dentro de nada serán granadilla que tomaran su
forma, y grosor y color; los membrillos han cambiado los ramos de flores por
frutos y las jacarandas se han vestido de violeta.
Y Dios que tiene en su nombre
un O hizo el mundo redondo.
- Como nuestro nido…
-Eso, eso… para los pajarillos.
Hizo también, las flores y los gatos y
los hombres…
domingo, 5 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La infancia andaluza de Cervantes.
5 de mayo, domingo. Dice Astrana Marín en su Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra: "De
suerte, que Rodrigo de Cervantes, a su casamiento, siguió morando en el hogar
de su madre y hermana; y así, en éste, número 2 actual de la calle de la
Imagen, nació el Príncipe de nuestros escritores.”
Sus hermanos, Andrés (1543), Andrea (1544) Luisa
(1546) priora en el convento de las Carmelitas, Rodrigo (1550), Juan al que su
padre menciona en el testamento y Magdalena que nace en 1552 en Valladolid.
Miguel fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Alcalá
de Henares el domingo 9 de octubre de 1547.
Con poco más de tres años, en 1551 se traslada
con sus padres a vivir a Valladolid. En Alcalá solo dejan unas tierras en
renta. La necesidad apretaba. Viven en pobreza, por impagos, cárcel. En 1553,
liberado de la cárcel su padre vuelve a Alcalá, y de allí, a Córdoba al amparo
del abuelo, donde llegan pobres y sin siquiera ropa. Cervantes hace por primera
vez el viaje. Ocho personas se
acomodarían tristemente en el carro de Alcalá a Madrid. En ocho jornadas de
camino desde Madrid, sesenta y dos leguas de un trayecto que
Miguel cruzará por vez primera y luego recorrerá durante muchos años y
hará inmortal.
Miguel de Cervantes en Córdoba encuentra con una
profunda diferencia. Córdoba tiene un río, una campiña, y una tierra de campos
floridos, en contraposición con la adustez de la tierra en Alcalá. Todo eso
penetra – la gente y los barrios, mesones y oficios, el Potro, lo va marcar y
aparecerá en su obra, luego - de tal manera que se incrusta en su manera de ver
y de contar las cosas.
La
familia, mejora económicamente. La sombra del abuelo se alarga mientras vive.
El cirujano Rodrigo Cervantes se establece en la calle de San Nicolás, en
Grajeda.
Había maestros que enseñaban a leer, escribir,
contar y hasta latín y otras disciplinas; pero un verdadero colegio de
enseñanza media a tono con la importancia de la capital, no existía ninguno.
Con siete años – no está probado – el niño Miguel
va a la escuela. Cervantes lucha con un problema añadido: posible tartamudez.
De aquellos maestros de maestros de primeras letras, ha quedado
constancia de un Pedro López y de Diego López, «maestro enseñar a leer mozos». Luego pasó
por las manos de Alonso de Vieras y posteriormente asistió al colegio abierto
por la Compañía de Jesús, que con ímprobo esfuerzo había logrado establecer san
Juan de Ávila. Allí estudió dos cursos de Gramática y se internó en el mundo
del teatro.
Tras la muerte del licenciado Cervantes, su hijo
Rodrigo levanta la casa y se va a Cabra donde su hermano Andrés goza de una
posición económica desahogada y es alcalde por ‘gracia’ del duque de Sessa
señor de aquellas tierras. Parece que la llegada del joven Miguel a Cabra es en
1558. El paisaje se adentra en su alma y de hecho la sima y algunos parajes los
va a citar varias veces en su obra.
En algún momento de su juventud Cervantes debió
conocer Sevilla. A mediados de 1563 (16 años) está allí. Se establece en la collación
de San Miguel; luego, en la de San Salvador. Sevilla era la capital económica
de España y una de sus ciudades más importantes de Europa. A su puerto llegan
las riquezas de América, a su suelo lo mejor y lo peor de la sociedad. Todo va
de la mano. Allí continuó sus estudios en los jesuitas y vivió momentos de
gloria y de dureza. Sevilla es el imán de su corazón, cuya vida alegre,
tumultuosa, pícara, aguda y regocijada, plasmará pronto en páginas
inimitables. En la Cárcel Real de Sevilla, «donde toda incomodidad tenía
su asiento y donde todo triste ruido hacía su habitación», comienza a escribir,
al parecer, años después, su obra cumbre, el Quijote. ¿Es andaluza la formación
de Cervantes?
jueves, 2 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La paleta del campo
Foto. Felipe Aranda Ávila.
3 de mayo, viernes. Está ahíto el campo de florecillas. Han crecido en las cunetas, en los bordes de los caminos, en medio de los sembrados. ¿Quién no admira el rojo de las amapolas con nota propia en medio de un trigal?
Hay, también, otras flores. Se esparcen todo su olor e impregnan la pituitaria de viandante que cruza los campo o se tropieza con ellas. Son flores silvestres – salvo excepciones aquí no es el caso, como son los campos de lavandas – todas son esparcidas por la mano de Dios y cada primavera nos regalan olor y color.
La relación es grande. Obviamente no están todas. Sería casi imposible, pero a modo de echar un vistazo rápido se me vienen a la mano: el espliego (Lavanda angustifolia), ‘arbulina’ o ‘bolina’ (Genista hispanica), aulaga (Gesnista scorpius) retama (Retama sphaerocarpa), manzanilla, rabogato, cantueso (Lavandula stoechas), romero (Rosmarinus officinalis), tomillo (Thymus vulgaris), hinojos (Foeniculum vulgare), rabogato (Sideris angustifolia,… ,y una larga relación de plantas que tienen una triple función: alimento y habitat de animales, aporte de material para uso en cosmética, farmacopea y medicinal desde la antigüedad y, por último, como una fuente permanente de aromas, con mayor o menor intensidad, según las estaciones.
Son plantas que soportan bien la carencia de agua en los largos períodos de sequía y las altas temperaturas veraniegas hasta el punto que parecen agostarse y casi desaparecen para rebrotar al año siguiente.
Probablemente el manchón más grande de matorral mediterráneo que pervive en el término municipal de Álora, aunque con grandes dentelladas, a causa del urbanismo agresivo, se encuentra en las Lomillas. Es seguido de cerca por otros existentes en Las Angosturas y Romerales Altos, Cerros del Espartal y Taibilla, Monte del Cerro del Cura, entronque de los Cerrajones con Sierra de Aguas y Pozo Viejo con el Cerro de la Fiscala.
Parte de este matorral ha sido roturado por el hombre,
desde los tiempos posteriores a la Reconquista, en el siglo XV, cuando tras la
toma por parte de Castilla se repartió la tierra entre los nuevos pobladores,
para reconvertirlo en tierras de labor que, cuando, con el paso de los años se
abandonan, a causa de excesivos costes y bajos rendimientos, el bosque vuelve a
ir recuperándolo, lenta, pero progresivamente, lo que en un principio fue suyo,
como puede verse en los montes de Bombíchar y en algunos de los Lagares.
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Naranjas de la China
2 de mayo, jueves. “Traigo naranjas de la China”. No. Me he equivocado. Eso era el comienzo del pregón de Antonio, el Divino. Traigo números en la cabeza que no cuadran, sobre todo, a los que viven del campo. Hemos acuñado la palabra ruina y se ha incorporado a nuestras vidas como casi el café con leche por las mañanas.
No es posible. Hace unos días una organización que dicen que vela, y yo me lo creo, por los consumidores, vino a decir que Málaga es una de las cinco ciudades donde las viviendas y los alimentos son más caros que en ningún otro lugar de España. Tampoco es una novedad.
Seguro que, a su mujer, como a la mía no se lo tiene que decir nadie, -a usted y a mí tampoco- pero resulta curioso que salgan las inmobiliarias a atosigarnos con fotos de urbanizaciones preciosas, piscinas incluidas – lo del agua para llenarlas es otro cantar - y las grandes superficies a informarnos que hay más de treinta variedades de tomates. ¡Tiene tomate la cosa! y, yo, modestamente, le agrego que, más doce variedades de naranjas, y no sé cuántas de almendras y plátanos de Canarias y del Caribe y aguacates de México y uvas del Perú, y piñas del Senegal, y pistachos de Oriente Medio y…
Y vienen a
justificarse, cuando los agricultores de aquí tienen los limones y las naranjas
en los árboles porque no pagan ni la recolección. Y, por curiosidad, ¿sabían
ustedes que el aceite se ha disparado de precio en los supermercados y ha
bajado en origen? Y, que los ganaderos tampoco cubren costes, y que la gente de
la mar…¡Qué les digo de la gente de la mar!
De la huelga que atosigó a gente que no tenía nada que ver con la guerra y que colapsó ciudades y carreteras y travesías… De eso poca harina y demasiadas mohínas. ¿Les digo una cosa? Y a mí que me da que le han tomado el pelo a la gente de buena voluntad que creyó que iba conseguir algo..
Por eso, a veces, a uno se le va el santo al
cielo, (en castizo, lo que se van son otras cosas) cuando se oye a cierto
pelendrusque que ocupa un puesto de suma responsabilidad que él y toda su
cohorte, - eso no lo dice él pero lo digo yo - están muy preocupados por la
situación. Por eso me refugio en los
pregones de mi amigo Antonio, que además traía “limas y mondarinas, pipitas de girasoles, y mu güenos limones, pa las
enritasiones”.
miércoles, 1 de mayo de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitacora. El niño, el palomo y la madera.
1 de mayo, miércoles.
Ulises Macauley devolvió el saludo al negro que volvía a casa en aquel tren que
cruzaba la llanura de Ítaca (California). Lorenzo Orellana ha vuelto a su
infancia con una obra emotiva, entrañable, sutil… Es el retrato de su infancia.
Algo así como un atlas de aquellos días en que despertaba de ser niño y se
asomaba a eso que llamamos vida.
Arranca el libro – la obra y la
vida del protagonista en La Casería – van entre el campo amplio y feraz
de la vega, que encierra por el norte las Sierras de la Camorra y Sierra de
Yeguas y por el sur, el Torcal de Antequera. Dos pueblos – hay más, pero al
protagonista son los que más le marcan- Palenciana y Antequera; dos ríos, el
Genil y el Guadalhorce…
Una guerra recién terminada,
una clavícula rota, un pueblo sin médico y un caballo prestado… Es la manera
como el autor nos lleva de hacia el interior de una obra donde se conjuga
poesía y realidad, ternura y delicadeza, amor y pasión por todo lo que le rodea.
Unos padres – su padre, el único carpintero – una familia.
“El poyete era mi lugar
preferido porque me sentaba en él y veía a los yunteros, a los árboles, un
trozo del camino y cuantos pasaban”. Era la vida en la que estaba inmerso el
niño. Un día, de súbito, cambió con un regalo todo aquello. Dos cajas traían un gato y un palomo. La vida
encerrada ante los ojos grandes y curiosos del niño que un tiempo después vivió
el día más feliz cuando se reencontraron, en una recuperación rocambolesca, los
animales en la taberna.
“Así que anduvimos cogidos de
la mano. Me gusta que mi padre me coja de la mano…” Dichosos los niños que
tuvieron la suerte de poder cogerse a la mano de su padre. Habla Lorenzo del
trabajo de su padre, de las fóllegas de una guerra, de las carestías que como
una carcoma andaba por todas partes, de la realidad, de la evolución, de su
admiración cuando llega a ciudad, en este caso Antequera, o en el deambular por
otros lugares.
Mientras leía había momentos en
que los que me parecía que adentraba en la minuciosidad medida de Muñoz Rojas, Las
cosas del campo; en la religiosidad de José María Pérez Lozano, Dios
tiene una O; en la vida que llega cada amanecer de William Saroyan, La
comedia humana… en la poesía de Juan Ramón, en la sencillez profunda
de Tagore.
Si pueden... Es una obra de las
que ocupan un lugar de privilegio en el anaquel donde solo van las obras
únicas. Lorenzo Orellana Hurtado. El Niño, el Palomo y la Madera. Ex
Libric. Antequera 2024.