viernes, 17 de mayo de 2024

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cuento apócrifo


                        


17 de mayo, viernes. Era una mañana de mayo. Dios madrugó porque Dios madruga mucho. Dios madruga más que la luz y aquella mañana decidió darse el paseo de todos los días y entonces fue y le dijo a las estrellas que ya era hora de recogida que el sol apuntaba por detrás del Cerro del Santi Petri y que no estaba bien que ellas se las anduviesen a esa hora por esos mundos.

El lubricán que es muy obediente fue y se dijo que él también recogía los bártulos y que era el momento de ir dejando el paso de la belleza del alba. Comenzaron a cantar los mirlos madrugadores. Sí, esos que han anidado en las alamedas del río. El carbonerillo en su humildad también quiso unirse al canto de los demás pajarillos madrugadores. El ruiseñor que es un señor en toda la extensión de la palabra pensó que con su canto él podría ensombrecer el de otros pajarillos y entonces fue y dejó de cantar.

Dios lo miraba todo. Vio como algunas mujeres muy trabajadoras de esas que van a Málaga en el primer tren porque ellas trabajan por horas iban a la estación. Luego, cuando llegan de regreso, por la tarde, vienen cansadas y fundidas y Dios va y se dice. Como mi madre que bajaba al pozo antes de las primeras luces y luego le hacia un tazón de leche a José para que comenzase la tarea y otro para mí. Yo era muy niño pero antes de ir a la sinagoga también daba un sorbo la tazón de leche y me comía los dátiles y lo higos secos, uno a uno, camino de la escuela.

Dios vio, también como otros hombres llevaban una pequeña neverilla con la comida para el día y como los niños casi con los ojos pegados se iban para los Institutos – los de las clases de primaria entraban más tarde – y en los pasos de cebras, unos hombres uniformados regulaban el tráfico para que no hubiese problemas a la hora de cruzar por la carretera. Y entonces Dios fue y pensó ¿qué seria de esta gente si no tuviesen la ayuda de los hombres uniformados?

Dios lo venía todo. El día abría esplendoroso. Las jacarandas están ahítas de flores lilas y cuando los pétalos ya se deshojan entonces dejan una alfombra morada sobre el suelo. Los celindos perfuman la mañana y las celestinas le ponen el color- dijo Dios como el color del manto de mi Madre – a la mañana, y Dios vio que todo lo que había hecho estaba bien y se dijo: ahí os lo dejo para que lo disfrutéis. Era solo una mañana de mayo…

jueves, 16 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pentecostés

 

                                    


16 de mayo, jueves. Dicen que vinieron tres tipos raros desde tierras lejanas. Seguían una estrella diferente. Unos los montaron en camellos; otros, que llegaron desde Oriente y preguntaban por no sabemos que Rey que la iba a liar - ¡y de qué manera, pero ellos pensaron en otro tipo de lío!– y que se volvieron por otro camino….

Después nos contaron otras cosas que si huyeron a Egipto porque Herodes tenía las ideas de un cable caído, que si el Niño se hizo grande y empezó – como los de ahora – a darles sustos a sus padres, que si anduvo prácticamente desconocido de todo el mundo un montón de tiempo… ¿Por cierto, sabe alguien sabe si san José ese hombre mayor con barbas traspasó la carpintería o la cerró como tantas otras empresas…?

Hay otra fiesta preciosa. Era por la tarde. Los muchachos, derrotados se echaron al camino. Iban de Jerusalén hacia Emaus, y como pasa cada día, la noche se echaba encima. Un desconocido se había pegado a ellos le conminaron a que no siguiese el  camino solo  y que se quedase con ellos que eso de andar de noche sin compañía por los caminos…. ¡Y lo conocieron al partir el pan! ¿Habrá algo más bonito?

Bueno ironías aparte, el cristianismo – ese que dice que hay que amar a los enemigos y tratar a los otros como hermanos bien avenidos, ese, tiene tres fiestas fundamentales. Navidad (da igual el día, el año o la estación) Resurrección y Pentecostés.

Hay doctos que hablan con una autoridad que yo no tengo sobre las tres. A mí esta de Pentecostés me encanta. Desde siempre. Quizá sea que como me gusta ir con el pie cambiado y ésta es la menos reconocida, pues eso..

Cuando yo pienso que la Iglesia lleva más de dos mil años en manos de los hombres cada uno de su padre y de su madre, cada uno de su leche y esto no caiga es porque hay por encima Alguien que mueve la batuta y hace que la orquesta desafine lo menos posible y, a veces hasta en los desafines, acierta… A ese Alguien le llamamos Espíritu Santo. Dicen que cincuenta días después de la Resurrección se presentó sin avisar y dijo, que el cachondeo se había acabado y cada uno a cumplir con su misión. Y le hicieron caso y las cosas comenzaron a funcionar, y miren por donde, sigue funcionando…. Veni Creator Spiritus. (Ven Espíritu Creador). ¡No veas cómo te estamos necesitando!

 

 

miércoles, 15 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Con flores a María

 


15 de mayo, miércoles. El viejo edificio maloliente daba acogida a los niños del pueblo. Era la Escuela Pública de ‘los niños’. (La de las niñas estaba en la calle de la Parra). Don José Oropesa tenía su clase en el piso de arriba. En el testero principal, al fondo, conforme se entraba, a la izquierda, colgaba una estampa de la Inmaculada de Murillo. La estampa estaba protegida por un cristal polvoriento.  Dos tarros de cristal en una repisa de madera. Siempre tenían flores durante el mes de mayo.

Después, de hacer aquel dictado que comenzaba: “en el fondo de la galería resonaba un piano destemplado que parecía balbucear de mala gana…” los niños cantábamos el ‘venid y vamos todos con flores a María…’ Don José era un hombre bueno, muy bueno.

La Virgen del Recreo, en el Seminario, era de mármol blanco y frío. Estaba bajo una covacha de ladrillo, de estilo neomudéjar, que probablemente debió colocar allí don Manuel González. En las noches de mayo, los muchachos, después de unas tardes largas de estudio, cuando el crepúsculo se perdía por la sierra de Mijas y los camiones subían lentamente por la cuesta del Colmenar, bajábamos al recreo y le cantábamos aquello de ‘venid y vamos todos con flores a María…’ Don Manuel era un hombre bueno, muy bueno. Hoy está en los altares.

Escribió, Alfonso Grosso, Giralda y Con flores a María. Dos obras excelentes.  Probablemente la crítica social y antropológica más profunda, concienzuda y dura de una religiosidad andaluza difícil de comprender. Denunció Alfonso, con valentía los que otros ven y callan. Dijo lo que sí y lo que no. Y puso a muchos en su sitio. A su muerte, escribieron de él. Yo personalmente no lo conocí; no me cabe duda, si escribió lo que escribió, además de valiente, fue un hombre bueno.

Dice el periódico que existe un enorme desconcierto en España. Parece que hemos pedido no el norte, no. Hemos perdido también los otros tres puntos cardinales hasta el punto que se ven cosas que es mejor tenerlas por obras de perturbados que por realizaciones de arte. Pienso en la música, en los espectáculos sociales, en la crispación que aparece por cualquier esquina, en la insatisfacción que lo llena todo, que lo invade todo. ¿Nos paramos a analizar el contenido de algunos programas de televisión?

No sé si todo se ha desquiciado porque eso de venid y vamos todos con flores de María nos parece ñoño. No sé. A veces, me pregunto ¿y si no lo es?



 

martes, 14 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Jardín de la Concepción


                         


14 de mayo, martes, Muy cerca de Málaga. Conforme se enfila la salida de la ciudad por la autovía de Las Pedrizas, a la derecha. Un bosque frondoso en los meses mayores dice que allí, bajo sus copas se encierra algo único, excepcional. Puede verse algo parecido en algunos sitios; igual, casi imposible.

 El espectáculo increíble. Una selva inesperada. Aldabonazos de belleza hacen que la vista, ante tanta abundancia, no sepa hacia donde dirigirse. La flora sorprendente, palmeras altivas, senderos serpenteantes, regueros de agua que bajan y dejan un rumor para soñar, para pensar cómo eso tan bello y tan extraordinario ha podido conservarse ahí, de esa manera.

Un palacio semiescondido entre la fronda adorna uno de sus laterales con la belleza generosa de jacarandas en flor y entonces revientan con su color lila; si el tiempo de floración ha pasado, entonces una techumbre de verde, orlada por una colección de aspidistras dice que estamos en un lugar que tiene algo especial. Es verdad. En ese cenador se urgieron página de la Historia de España del siglo XIX. Allí compartían mesa y conspiraciones el marqués de Salamanca, Cánovas del Castillo, Estébanez Calderón, Francisco Silvela, Jorge Loring, Romero Robledo… Allí nació el Banco de Málaga o la construcción del ferrocarril de Málaga a Peñarroya por Córdoba porque había que abastecer de carbón las siderurgias de Heredia.

Amalia Heredia Livermore se casó con Jorge Loring. Amalia era hija de Manuela Agustín Heredia e Isabel Livermore. La afición por las plantas, el ir y venir de una flota de barcos – Málaga tenía un correo mensual con Nueva York – y el congraciarse con la señora de los capitanes de barcos hizo que a la finca de san José – su residencia- llegasen las plantas más exóticas del mundo. Cuando Amalia y Jorge se establecen enfrente, en la Concepción, el trasvase de plantas fue algo normal.

Hacer una relación exhaustiva de plantas es algo que suena a catálogo. No es la intención. Solo citar buganvillas, palmera, plátanos de sombra, azahar de China, aligustres, almeces, cipreses, pacíficos, ficus, laureles de Indias, chamadoreas, cañas de bambú…

Entren, pasen y vean. Al igual puede que piensen que están en una selva al alcance de la mano. No están equivocados ¿o sí? Cuando lleguen a una de las lindes se van a encontrar con el mirador y Málaga, al fondo, que espera fundirse en ese beso de amor que siempre sueña con África al otro lado del lago azul que Roma dijo que era nuestro…

lunes, 13 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¡Ay, trece de mayo!



13 de mayo, lunes. Lo pide la fecha en el calendario y lo pide el tiempo; lo pide lo que uno lleva dentro y “tus ojos de manzana / y tus labios de cuchillo…” Se lucieron Rafael de León y el Maestro Solano. Se lució doña Concha y, otras que, también la han cantado, pero como como ella, ninguna.

Hay otro trece de mayo. Portugal - ¡con la de buena gente que hay casi al lado de la Raya! hoy también tiene un día grande. En Fátima miles de personas irán a ver a su Virgen. Don Antonio Machado dijo que España era devota de Frascuelo y de María. También tenemos ahíto el calendario de advocaciones marianas en estas tierras: Rocío, Pilar, Flores, Desamparados, Fuensanta, Paloma, Aliseda, Monserrat o Begoña….

Me decía un amigo que la fe empieza donde termina la limitación del hombre. Cientos, miles de personas buscarán una salida, elevarán una, cientos, miles de plegarias y, a la noche - o quizá antes - vuelvan a sus casas con la esperanza de que todo va a tener arreglo.

Dicen los que saben que la copla siempre es una pequeña historia con un inicio, un desarrollo y, el desenlace. Puede. Ésta, desde luego, además de un poema bellísimo, es un canto a la desesperación, al amor ciego, al amor que llega donde y cuanto quiere… En la España de hoy quizá se quedaría en la plaza del suspiro.

¿Cuántos nombres tienen nueve letras? ¿Sería un capricho de Rafael de León poner el nueve? ¿Sería la prueba definitiva para ver si la cuenta estaba bien hecha? Maestro, preguntaba el niño en la escuela ¿con la prueba del nueve?

Se ha echado, estos días, a los caminos gente de media Andalucía - en la otra mitad se mira, se observa, se interroga-. Van a la aldea de Almonte. El lunes de pentecostés llama a la puerta y en la madrugada del domingo al lunes vamos a ver escenas que a uno le faltan calificativos para darles un sitio, pero las cosas son cono son o como queremos que sean.

Mi amigo Bartolomé, peregrino empedernido a Fátima de donde acaba de volver, un día mano a mano los dos me contaba: sintieron como el reflejo de luz que se aproximaba y vieron una Señora vestida de blanco surgir de una pequeña encina que aseguraron que se trataba de la Virgen María”. (“Bienaventurados los que sin ver creyeron”) ¡Ay, trece, trece de mayo en que me encontré contigo!


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 12 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Camino



12 de mayo, domingo. Nos ha bombardeado el telediario del mediodía de Canal Sur – en estos días vendrán más, como es lógico- con la salida de las carretas que van para el Rocío. Decía la voz en off que algunas vienen de puntos lejanos de la geografía y van a recorrer más de trescientos kilómetros.

La gente, con todo este batiburrillo de cosas, vende alegría en su cara, en su manera de expresar los sentimientos que les salen desde sus adentros, en su manera de pregonar la ‘tradición’ aunque algunas tengan la antigüedad del año pasado.

Da igual. Otras vendrán – quiero decir, irán – a la marisma desde puntos aún más lejanos. Obviamente van a cambiar la carreta por otro medio y los bueyes que permitirán el camino se alimentarán de queroseno o de gasoil o vaya usted a saber.

Me decía un día mi amiga Pilar que alguna vez tendría que ir a su pueblo, o sea, a la Puebla del Río - ¿No han visto ustedes cómo pasa el río por la Puebla? No se lo pierdan, siendo igual, cada día, es distinto - para ver cómo hacen el camino las carretas. Por supuesto que algún día – la verdad que no sé cuándo – habrá que ir y ver ese colorido que según las imágenes se emborrizan en polvo de las arenas y se adereza con la brisa de la marisma y briznas de eso que llamamos fe.

Yo, algunas veces, me he preguntado qué sienten los peregrinos cuando, terminados los eventos del lunes de Pentecostés, la gente “cansada pero contenta” inicia el camino de vuelta. Y me he preguntado qué se quedarán pensando los miles de pájaros, uno de nombres rimbombantes, y otros desconocidos, cuando vean que al final, muy al final de los últimos que se pierden, se asienta el polvo porque “todo se va terminando como un sueño que se aleja…”

sábado, 11 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ten... pa tó


                                      


11 de mayo, sábado. Tarde de feria. Los bares montan mesas en la calle; lo invadían todo. Hay que sacar algo porque luego viene el invierno y la cosa se puede poner fea si no se saca algo extra en los días de las fiestas.

El segundo día de feria, por no se sabe que extraño misterio, parecía el día propicio para que acudiese el personal, que habitualmente residía en el campo, todos vestidos con la ropita nueva. La economía no daba para más. Un día y basta. El matrimonio, los niños, la suegra, los novios de las niñas, la cuñada soltera y alguna vecina amiga. Mesa completa...

Gilena era grande como algunos jugadores de baloncesto de ahora (entonces ni se sabía de la existencia de ese deporte), de camarero. Pantalón negro, camisa blanca y el pelo ensortijado con la luz propia de la brillantina barata. Se acerca a la mesa:

- ¿Que va a ser?, pregunta….

El personal responde como un resorte. Todo a la vez y a gritos.

- Yo, fanta de naranja; yo, coca-cola; un mitad; yo, pepsi; un quinto pero que sea Victoria; yo, de limón; un café doble con tejeringos; un cartucho de papas fritas; un cuarto; yo, café solo; yo, con leche;  un ponche; yo…

Gilena, era el camarero que atendía en la calle. Escucha con la bandeja bajo el brazo y las manos entrecruzadas a la espalda. Se vuelve un poco, gira la cabeza y se dirige, con la voz más alta que los energúmenos, al mostrador:

- Pepe, “ten pa tó”.

Lo cabo de leer. El portavoz de nombre casi impronunciable, de no sé qué organismo de la Unión Europea que tiene que ver con la alimentación, ha hecho pública la posible prohibición de utilizar aditivos que dan sabores de ahumados.

¿Se acuerdan lo que se formó con ciclamatos? Después vino lo del azúcar; ahora, esto. Probablemente haya conflictos de competencias y cortan por la calle de en medio: supresión de aditivos. Le endosan tropecientas mil cosas y todas malas. Dicen también que, si los países miembros lo aceptan, puede entrar en vigor relativamente pronto.

O sea, que el panorama no pinta muy boyante para los que gustamos de sabores diferentes. Probablemente haya que aceptar que “ten, pa tó” ( té para todos) puede estar ahí al revolver de la esquina como quien no quiere la cosa.


 

 

viernes, 10 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nocturno


                            


10, de mayo, viernes. El Barranco mira al pueblo desde enfrente. Está ahí, en su sitio, recostado en la ladera por la que la sombra del castillo se prolonga y baja y llega como los niños que jugaban “a pata coja”, en esas horas en que se lo inventan todo, para salvar el desnivel hasta la plaza y luego…

¿Luego?, luego, el pueblo remonta, otra vez, el vuelo y sube y busca – siendo el mismo – otro cielo.  (Dentro de un rato, cuando la noche extienda su manto, entonces, las estrellas en la distancia se asomarán despacio...)

El Barranco – o sea, ese pequeño Albaicín blanco y nuestro – es un vericueto de calles que se entrecruzan. Suben, bajan, llanean. Se paran aquí y allí; toman un resuello y siguen y vuelven a empezar. El viajero mira, se asoma, ve y se extasía con todo lo que sus ojos contemplan. Dicen que ‘albaycín’ significa: ‘cuesta’. Me pregunto yo ¿tomarían de aquí el nombre?

Una pared cercana corta el paso; la calle gira de pronto; se va por otro sitio y, dice que por aquí, no; por allí, sí. Sigue su curso, toma el destino que quiere, que para eso ese es su barrio y …

La luz de la tarde se viste de preguntas, de dudas, de enigmas cuando el sol ya se ha ido por el Monte Redondo El viento puede aparecer por cualquier esquina y, si ve a alguien, se da la vuelta y juega al escondite. Se alargan las sombras.

El lubricán, único. Se encienden las primeras luces del pueblo. Las ventanas de enfrente son ventanas lejanas. ¿Quién habrá detrás de esas ventanas? ¿Quién pondrá barrera a los sueños ahora que se acerca la noche y todo se hace más íntimo, más intricado, más de puertas para adentro?

Están en silencio. No hablan las barandillas. Son barandillas de hierro barato, pobre. Son barandillas de un lugar donde no sobró nunca nada. ¡Cuántas veces habrán servido de soporte firme a manos inciertas que se asieron a ellas, como auxilio seguro, cuando flaqueó el cuerpo!

Reverbera la cal. No tiene humo el humero. Un artilugio quiere esparcir los aires, como quien avienta malos recuerdos para que no revoquen dentro. Una mujer, probablemente vestida de negro, pasó muchas veces la escobilla por el muro liso. Álora, - o el Barranco, que para el caso lo mismo – de cal y embrujo.  Dejó una impronta impoluta, como gotas derramadas de una Vía Láctea que va por otro cielo… 

 

jueves, 9 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nubes de canela.

 

 


 

9 de mayo, jueves. Me las andaba por esa joya botánica que en Málaga llamamos ‘el parque”. A un lado, trepando por la ladera la Coracha y la Alcazaba; arriba, Gibralfaro y por encima, muy por encima un cielo azul con algunas nubes errantes.

Al otro, una verja y un paseo y un poco más allá el agua del puerto por donde el maestro Alcántara decía que andaban los buzos buscando la llave de sus recuerdos. Unos veleros, unas gaviotas curiosas que, desde la altura giraban a un lado y a otro la cabeza y buscaban algún pececillo incauto de esos que asoman la cabeza para liberarse del gasoil de los barcos. En la lejanía, unos cruceros y la mar, la mar abierta en un espacio enorme que cierra una línea recta y que llaman horizonte.

Deambulaba a la deriva. Iba con un amigo al encuentro de otros amigos. Un poco más allá del edificio que un día Correos y ahora Rectorado de la Universidad una fila de casetas homologadas, idénticas, simétricas se daban unas a otras la mano.

Paso por delante de una de escritores malagueños.

- Me da, por favor, lo último que tenga de María Gómez…

La señora tiene el cabello blanco y unos años. Está sentada en uno de los extremos de la caseta, con la mirada me dice que a mi pregunta le falta algo…

- María Gómez Riera.

Otra señora que ocupa la parece central del mostrador le indica donde está. Se levanta. Camina despacio. Alcanza un ejemplar: “Nubes de Canela”. Me acuerdo de algo que escribió un hombre magnífico que era de Naval de Moral de la Mata. Se llamó José María Pérez Lozano. Escribió. “Dios tiene una O” y dijo: “Cuando las palabras se mueren, Hijo, las entierran en un libro. Los libros, Hijo, nos traen el recuerdo…”

Abro al azar. Leo en la página 55 “El mar cuando besa el cielo. / El azul de la mañana. / El silencio que me arropa. / La gaviota que pasa.”

Y entonces entorno los ojos y pienso en lo bien que escribe mi amiga María, en la sensibilidad que atesora esta mujer que nos la regaba con la sonrisa de sus labios, con la gracia de su palabra con la generosidad de su poesía. Ya ven hay días que tienen un tinte especial y si uno lleva consigo, Nubes de canela, entonces ya, ahí, casi se para el sol.

 

miércoles, 8 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ni sola, ni en la lejanía: en su sitio


Encinasola (Huelva)


8 de mayo, miércoles. Describe Cervantes en ese libro del que habla mucha gente y muy poca ha leído, El Quijote, uno de los momentos más sublimes del estado de ánimo de su protagonista. Es en el capítulo cuarto: “La del alba sería cuando Don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo…”

Hace unos días hice, en respuesta a la llamada de un amigo, hice una escapada por esas tierras. Según ellos está lejos de todos sitios, - creo que no, que se equivocan, está en su sitio – y que está sola. Puede que un poco de algunos hombres, eso es verdad, si puede estarlo pero que se viene en el corazón de los que una y otra vez nos acercamos a ella y es ese algo que se queda dentro y a uno se le viene como compañera inseparable.

Encinasola está casi cuando Sierra Morena pone fin a una andadura de muchos kilómetros - “¡qué, bien los nombres ponía / quien puso Sierra Morena a esta serranía!” Como su andadura es muy larga, a veces, cambia de nombre y hay sitios donde se llama Despeñaperros, o Sierra Madrona, o de los Santos o de los Pedroches o de Aroche o de Aracena... Es igual es la misma.

Encinasola es un pueblo coqueto, de calles anchas con empedrados que imitan estilos portugueses, sus vecinos de enfrente, a pedir de mano y asomados a la cresta de una loma. Es Barrancos, pueblo blanco de tejados rojizos.

Si se llega desde el Este, en Santa Olalla del Cala o en Monesterio hay que apartarse de la Autovía de la Plata y adentrarse por una carretera que escinden la dehesa (no se pueden ni imaginar, cómo está la dehesa esta primavera).

Si se viene por el Norte, se deja atrás Jerez de los Caballeros (¡pedazo de ciudad monumental, sombra alargada de los Templarios!) y Fregenal que el refranero califica como ciudad de “ los señores”.

 Desde el Sur, en la Venta del Alto, está la desviación. El indicador de carretera manda a Portugal. Antes se pasa por Aracena - ¡No se equivocó quien le puso Gruta de las Maravillas al tesoro escondido bajo su tierra y Galaroza (la de los ‘jarritos,’ por septiembre) y Fuente Heridos, y la Sierra de la Contienda. El Múrtiga lleva a Flores. Ya se sabe, lo dice la copla: “A orillas de la Ribera / está la Virgen de Flores / patrona de Encinasola / reina de los corazones”.

martes, 7 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día.

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitacora. Viva la juerga

 

                           


7 de mayo, martes. “Sevilla tuvo que ser bajo la lunita plateada…” No, no van por ahí los tiros, aunque también pudieran ir. El Arenal de Sevilla era lugar de confluencia de pícaros, sinvergüenza y gente de “buen vivir”. Por allí hizo circular don Miguel de Cervantes a Rinconete y Cortadillo.

 

Y, de allí al patio de Monipodio y, mientras, por el camino el consejo oportuno: roba y da participación a otros, que luego, es imposible recoger ni lo robado ni lo repartido… Más o menos. Era la España del Siglo de Oro. Buenas letras y mucha miseria en las calles; ahora, siglos después, más de lo segundo que de lo primero. Cosas, que pasan.

 

No puede abrirse un periódico, ni ver un telediario, escuchar una tertulia…¿para qué? A uno se le sube la bilirrubina (la rabia, en cristiano) a la garganta cuando escucha tanto y tanto… y, lo que no aflora. Pero nadie sabe nada. Nadie ha visto nada. Vamos, que ni pasaban por allí. A mí que me registren.

 

Al parecer la República Dominicana está mas cerca que Chamberí; Venezuela y las Islas Caimán como Arganda o Azuqueca de Henares,  poco más o menos; las islas del Caribe donde llegan los aviones cargados de dinero, como Getafe o Ciempozuelos. ¿Lo de las maletas de Baraja aquella noche? Vamos, hombre, un bulo. ¿Usted se lo ha creído? Usted se lo cree todo.

 

De empresas tapaderas, paraísos lejanos, amnistías fiscales, y todo lo que se les quieran echar, de eso, no hablamos…Algunos no tienen que irse tan lejos: lo tenían en el banco de la esquina, en la oficina con secretarias de perfumes caros y filtros para acceder, de tarjetas y coches oficiales. ¡Ay, ‘mi cochecito oficial’!

 

 ¿Dos cruces? No. Hay un cementerio de cruces clavadas por las calles, por los hospitales, por los viejos casi dejados a su suerte, por escuelas cerradas, por gente que se murió esperando la ayuda, por parados y olvidados a su suerte, por las colas de Caritas…

 

Decía la copla que eran dos amores muertos sin haberse comprendido. Nos comprendemos. El problema está entre el pueblo que cada día se lo traga todo y aguanta y no se entromete en nada (“gallo que no canta algo tienen en la garganta”) y entre  tanto ladrón –con traje de pijo-  como ahora, dentro. ¿Qué se apuestan que usted y yo pagamos a Hacienda y estos se van todos de rositas? Al tiempo.

 

lunes, 6 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Polluelos



6 de mayo, lunes. Ellos de apoyan unos en otros. Se dan los codos de sus alas. Se alzan sobre sí mismos…

- ¿Tú ves algo?

- No. ¿Y, tú?

- Tampoco.

Ocupan las barandillas del nido. Son los más atrevidos. Se asoman al precipicio sin miedo o sin consciencia del peligro que hay fuera o… Da igual. Sienten los tibios rayos del sol de media mañana sobre sus cabecillas pelona, sobre sus espaldas que comienzan a vestirse de plumas negras. Fuertes en la raíz, endebles a medida que se alargan. Esas plumas serán vitales cuando, volantones, comiencen esa aventura que llaman volar.

- ¿Ha pasado el peligro? Pregunta uno de los de segunda fila.

- Qué va. Sigue ahí. Ahora está clavando sus uñas en el trono del albaricoque seco, ese que está en el borde la linde y que no pudo soportar la dureza del veranos pasado cuando julio y agosto descargaron todo su fuego sobre la huerta…

El gato romano, que tiene el rabo largo los colmillos afilados y los bigotes como aspas de molino es el terror de los nidos del huerto. El gato romano trepa por el ciprés de la alberca, camina por el caballete y cuando le parece bien salta sobre el alero del tejado y se pasea ceremonioso. Entonces, todos los gorriones levantan el vuelo y se burlan de él. El gato romano, a veces, con su patita delantera, hace un intento de levantar las tejas. No lo consigue y, sigue su marcha y busca otras presas más fáciles.

- ¿Pero, entonces, se va o no se va?, vuelve a preguntar, angustiado…

- No, por ahora, no, le dice su hermano que mira fijamente al peligro. No tengas miedo. Tú no te muevas, ni pies, ni hagas ningún ruido y él no puede trepara hasta nuestro nido porque está en el filo de la rama y como es endeble se puede romper… pue no subirá y se la buscará por otros árboles…

Los cuatro patatales del nido contemplan la mañana de primavera. Están los celindos en flor; los granados han pespunteado de rojo sus ramas y dentro de nada serán granadilla que tomaran su forma, y grosor y color; los membrillos han cambiado los ramos de flores por frutos y las jacarandas se han vestido de violeta.

Y Dios que tiene en su nombre un O hizo el mundo redondo.

- Como nuestro nido…

-Eso, eso… para los pajarillos.  Hizo también, las flores y los gatos y los hombres…

 

domingo, 5 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La infancia andaluza de Cervantes.


                          


5 de mayo, domingo. Dice Astrana Marín en su Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra: "De suerte, que Rodrigo de Cervantes, a su casamiento, siguió morando en el hogar de su madre y hermana; y así, en éste, número 2 actual de la calle de la Imagen, nació el Príncipe de nuestros escritores.” 

Sus hermanos, Andrés (1543), Andrea (1544) Luisa (1546) priora en el convento de las Carmelitas, Rodrigo (1550), Juan al que su padre menciona en el testamento y Magdalena que nace en 1552 en Valladolid. Miguel fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares el domingo 9 de octubre de 1547.

Con poco más de tres años, en 1551 se traslada con sus padres a vivir a Valladolid. En Alcalá solo dejan unas tierras en renta. La necesidad apretaba. Viven en pobreza, por impagos, cárcel. En 1553, liberado de la cárcel su padre vuelve a Alcalá, y de allí, a Córdoba al amparo del abuelo, donde llegan pobres y sin siquiera ropa. Cervantes hace por primera vez el viaje.  Ocho personas se acomodarían tristemente en el carro de Alcalá a Madrid. En ocho jornadas de camino desde Madrid, sesenta y dos leguas de un trayecto que Miguel cruzará por vez primera y luego recorrerá durante muchos años y hará inmortal.

Miguel de Cervantes en Córdoba encuentra con una profunda diferencia. Córdoba tiene un río, una campiña, y una tierra de campos floridos, en contraposición con la adustez de la tierra en Alcalá. Todo eso penetra – la gente y los barrios, mesones y oficios, el Potro, lo va marcar y aparecerá en su obra, luego - de tal manera que se incrusta en su manera de ver y de contar las cosas.

 La familia, mejora económicamente. La sombra del abuelo se alarga mientras vive. El cirujano Rodrigo Cervantes se establece en la calle de San Nicolás, en Grajeda.

Había maestros que enseñaban a leer, escribir, contar y hasta latín y otras disciplinas; pero un verdadero colegio de enseñanza media a tono con la importancia de la capital, no existía ninguno.

Con siete años – no está probado – el niño Miguel va a la escuela. Cervantes lucha con un problema añadido: posible tartamudez. De aquellos maestros de maestros de primeras letras, ha quedado constancia de un Pedro López y de Diego López,  «maestro enseñar a leer mozos». Luego pasó por las manos de Alonso de Vieras y posteriormente asistió al colegio abierto por la Compañía de Jesús, que con ímprobo esfuerzo había logrado establecer san Juan de Ávila. Allí estudió dos cursos de Gramática y se internó en el mundo del teatro.

Tras la muerte del licenciado Cervantes, su hijo Rodrigo levanta la casa y se va a Cabra donde su hermano Andrés goza de una posición económica desahogada y es alcalde por ‘gracia’ del duque de Sessa señor de aquellas tierras. Parece que la llegada del joven Miguel a Cabra es en 1558. El paisaje se adentra en su alma y de hecho la sima y algunos parajes los va a citar varias veces en su obra.

En algún momento de su juventud Cervantes debió conocer Sevilla. A mediados de 1563 (16 años) está allí. Se establece en la collación de San Miguel; luego, en la de San Salvador. Sevilla era la capital económica de España y una de sus ciudades más importantes de Europa. A su puerto llegan las riquezas de América, a su suelo lo mejor y lo peor de la sociedad. Todo va de la mano. Allí continuó sus estudios en los jesuitas y vivió momentos de gloria y de dureza. Sevilla es el imán de su corazón, cuya vida alegre, tumultuosa, pícara, aguda y regocijada, plasmará pronto en páginas inimitables.  En la Cárcel Real de Sevilla, «donde toda incomodidad tenía su asiento y donde todo triste ruido hacía su habitación», comienza a escribir, al parecer, años después, su obra cumbre, el Quijote. ¿Es andaluza la formación de Cervantes?

 

jueves, 2 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día.

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La paleta del campo

 

 

 

Foto. Felipe Aranda Ávila.


3 de mayo, viernes. Está ahíto el campo de florecillas. Han crecido en las cunetas, en los bordes de los caminos, en medio de los sembrados. ¿Quién no admira el rojo de las amapolas con nota propia en medio de un trigal?

Hay, también, otras flores. Se esparcen todo su olor e impregnan la pituitaria de viandante que cruza los campo o se tropieza con ellas. Son flores silvestres – salvo excepciones aquí no es el caso, como son los campos de lavandas – todas son esparcidas por la mano de Dios y cada primavera nos regalan olor y color.

La relación es grande. Obviamente no están todas. Sería casi imposible, pero a modo de echar un vistazo rápido se me vienen a la mano: el espliego (Lavanda angustifolia), ‘arbulina’ o ‘bolina’ (Genista hispanica), aulaga (Gesnista scorpius) retama (Retama sphaerocarpa), manzanilla, rabogato, cantueso (Lavandula stoechas), romero (Rosmarinus officinalis), tomillo (Thymus vulgaris), hinojos (Foeniculum vulgare), rabogato (Sideris angustifolia,… ,y una larga relación de plantas que tienen una triple función: alimento y habitat de animales, aporte de material para uso en cosmética, farmacopea y medicinal desde la antigüedad y, por último, como una fuente permanente de aromas, con mayor o menor intensidad, según las estaciones.

Son plantas que soportan bien la carencia de agua en los largos períodos de sequía y las altas temperaturas veraniegas hasta el punto que parecen agostarse y casi desaparecen para rebrotar al año siguiente.

Probablemente el manchón más grande de matorral mediterráneo que pervive en el término municipal de Álora, aunque con grandes dentelladas, a causa del urbanismo agresivo, se encuentra en las Lomillas. Es seguido de cerca por otros existentes en Las Angosturas y Romerales Altos, Cerros del Espartal y Taibilla, Monte del Cerro del Cura, entronque de los Cerrajones con Sierra de Aguas y Pozo Viejo con el Cerro de la Fiscala.

Parte de este matorral ha sido roturado por el hombre, desde los tiempos posteriores a la Reconquista, en el siglo XV, cuando tras la toma por parte de Castilla se repartió la tierra entre los nuevos pobladores, para reconvertirlo en tierras de labor que, cuando, con el paso de los años se abandonan, a causa de excesivos costes y bajos rendimientos, el bosque vuelve a ir recuperándolo, lenta, pero progresivamente, lo que en un principio fue suyo, como puede verse en los montes de Bombíchar y en algunos  de los Lagares.

 

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Naranjas de la China





 2 de mayo, jueves. “Traigo naranjas de la China”. No. Me he equivocado. Eso era el comienzo del pregón de Antonio, el Divino. Traigo números en la cabeza que no cuadran, sobre todo, a los que viven del campo. Hemos acuñado la palabra ruina y se ha incorporado a nuestras vidas como casi el café con leche por las mañanas.

No es posible. Hace unos días una organización que dicen que vela, y yo me lo creo, por los consumidores, vino a decir que Málaga es una de las cinco ciudades donde las viviendas y los alimentos son más caros que en ningún otro lugar de España. Tampoco es una novedad.

Seguro que, a su mujer, como a la mía no se lo tiene que decir nadie, -a usted y a mí tampoco- pero resulta curioso que salgan las inmobiliarias a atosigarnos con fotos de urbanizaciones preciosas, piscinas incluidas – lo del agua para llenarlas es otro cantar - y las grandes superficies a informarnos que hay más de treinta variedades de tomates. ¡Tiene tomate la cosa! y, yo, modestamente, le agrego que, más doce variedades de naranjas, y no sé cuántas de almendras y plátanos de Canarias y del Caribe y aguacates de México y uvas del Perú, y piñas del Senegal, y pistachos de Oriente Medio y…

Y vienen a justificarse, cuando los agricultores de aquí tienen los limones y las naranjas en los árboles porque no pagan ni la recolección. Y, por curiosidad, ¿sabían ustedes que el aceite se ha disparado de precio en los supermercados y ha bajado en origen? Y, que los ganaderos tampoco cubren costes, y que la gente de la mar…¡Qué les digo de la gente de la mar!

De la huelga que atosigó a gente que no tenía nada que ver con la guerra y que colapsó ciudades y carreteras y travesías… De eso poca harina y demasiadas mohínas. ¿Les digo una cosa? Y a mí que me da que le han tomado el pelo a la gente de buena voluntad que creyó que iba conseguir algo..

 Por eso, a veces, a uno se le va el santo al cielo, (en castizo, lo que se van son otras cosas) cuando se oye a cierto pelendrusque que ocupa un puesto de suma responsabilidad que él y toda su cohorte, - eso no lo dice él pero lo digo yo - están muy preocupados por la situación.  Por eso me refugio en los pregones de mi amigo Antonio, que además traía “limas y mondarinas, pipitas de girasoles, y mu güenos limones, pa las enritasiones”.



 

 

 

 

miércoles, 1 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitacora. El niño, el palomo y la madera.


 



1 de mayo, miércoles. Ulises Macauley devolvió el saludo al negro que volvía a casa en aquel tren que cruzaba la llanura de Ítaca (California). Lorenzo Orellana ha vuelto a su infancia con una obra emotiva, entrañable, sutil… Es el retrato de su infancia. Algo así como un atlas de aquellos días en que despertaba de ser niño y se asomaba a eso que llamamos vida.

Arranca el libro – la obra y la vida del protagonista en La Casería – van entre el campo amplio y feraz de la vega, que encierra por el norte las Sierras de la Camorra y Sierra de Yeguas y por el sur, el Torcal de Antequera. Dos pueblos – hay más, pero al protagonista son los que más le marcan- Palenciana y Antequera; dos ríos, el Genil y el Guadalhorce…

Una guerra recién terminada, una clavícula rota, un pueblo sin médico y un caballo prestado… Es la manera como el autor nos lleva de hacia el interior de una obra donde se conjuga poesía y realidad, ternura y delicadeza, amor y pasión por todo lo que le rodea. Unos padres – su padre, el único carpintero – una familia.

“El poyete era mi lugar preferido porque me sentaba en él y veía a los yunteros, a los árboles, un trozo del camino y cuantos pasaban”. Era la vida en la que estaba inmerso el niño. Un día, de súbito, cambió con un regalo todo aquello.  Dos cajas traían un gato y un palomo. La vida encerrada ante los ojos grandes y curiosos del niño que un tiempo después vivió el día más feliz cuando se reencontraron, en una recuperación rocambolesca, los animales en la taberna.

“Así que anduvimos cogidos de la mano. Me gusta que mi padre me coja de la mano…” Dichosos los niños que tuvieron la suerte de poder cogerse a la mano de su padre. Habla Lorenzo del trabajo de su padre, de las fóllegas de una guerra, de las carestías que como una carcoma andaba por todas partes, de la realidad, de la evolución, de su admiración cuando llega a ciudad, en este caso Antequera, o en el deambular por otros lugares.

Mientras leía había momentos en que los que me parecía que adentraba en la minuciosidad medida de Muñoz Rojas, Las cosas del campo; en la religiosidad de José María Pérez Lozano, Dios tiene una O; en la vida que llega cada amanecer de William Saroyan, La comedia humana… en la poesía de Juan Ramón, en la sencillez profunda

 de Tagore.

Si pueden... Es una obra de las que ocupan un lugar de privilegio en el anaquel donde solo van las obras únicas. Lorenzo Orellana Hurtado. El Niño, el Palomo y la Madera. Ex Libric. Antequera 2024.