lunes, 13 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¡Ay, trece de mayo!



13 de mayo, lunes. Lo pide la fecha en el calendario y lo pide el tiempo; lo pide lo que uno lleva dentro y “tus ojos de manzana / y tus labios de cuchillo…” Se lucieron Rafael de León y el Maestro Solano. Se lució doña Concha y, otras que, también la han cantado, pero como como ella, ninguna.

Hay otro trece de mayo. Portugal - ¡con la de buena gente que hay casi al lado de la Raya! hoy también tiene un día grande. En Fátima miles de personas irán a ver a su Virgen. Don Antonio Machado dijo que España era devota de Frascuelo y de María. También tenemos ahíto el calendario de advocaciones marianas en estas tierras: Rocío, Pilar, Flores, Desamparados, Fuensanta, Paloma, Aliseda, Monserrat o Begoña….

Me decía un amigo que la fe empieza donde termina la limitación del hombre. Cientos, miles de personas buscarán una salida, elevarán una, cientos, miles de plegarias y, a la noche - o quizá antes - vuelvan a sus casas con la esperanza de que todo va a tener arreglo.

Dicen los que saben que la copla siempre es una pequeña historia con un inicio, un desarrollo y, el desenlace. Puede. Ésta, desde luego, además de un poema bellísimo, es un canto a la desesperación, al amor ciego, al amor que llega donde y cuanto quiere… En la España de hoy quizá se quedaría en la plaza del suspiro.

¿Cuántos nombres tienen nueve letras? ¿Sería un capricho de Rafael de León poner el nueve? ¿Sería la prueba definitiva para ver si la cuenta estaba bien hecha? Maestro, preguntaba el niño en la escuela ¿con la prueba del nueve?

Se ha echado, estos días, a los caminos gente de media Andalucía - en la otra mitad se mira, se observa, se interroga-. Van a la aldea de Almonte. El lunes de pentecostés llama a la puerta y en la madrugada del domingo al lunes vamos a ver escenas que a uno le faltan calificativos para darles un sitio, pero las cosas son cono son o como queremos que sean.

Mi amigo Bartolomé, peregrino empedernido a Fátima de donde acaba de volver, un día mano a mano los dos me contaba: sintieron como el reflejo de luz que se aproximaba y vieron una Señora vestida de blanco surgir de una pequeña encina que aseguraron que se trataba de la Virgen María”. (“Bienaventurados los que sin ver creyeron”) ¡Ay, trece, trece de mayo en que me encontré contigo!


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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