jueves, 30 de mayo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. San José


 


30 de mayo, jueves. Encima del aparador ese que guarda la vajilla que nunca se usa está san José. Es un santo de pasta de madera de valor material tirando de medio a bajo, o sea, vulgar, pero de un valor afectivo de los que no tienen precio.

Me explico. En la familia siempre se tuvo por regla tácita que la imagen sería para el primogénito que llevase el nombre. Mi bisabuelo se llamaba José, y el nombre continuó en su hijo, mi abuelo, en mi padre, su nieto y en el que escribe estas letras. Por si la curiosidad fuese poca, yo me llamo igual que mi bisabuelo (nombre y apellidos) y su lápida es la más antigua del cementerio nuevo de Álora, 1883…

A lo que iba. El san José de la cómoda no está hecho una lástima. No está solo. Por esa manía que hay en las casas de buscar compañía a las imágenes comparte espacio con una de la Virgen de Fátima y con una segadora de Lladró… Por encima de ellos una marina, preciosa, que un buen día paseando por Córdoba - convendrán que no es el lugar más apropiado para comprar ese tipo de obras, la vi…, me gustó y como uno era caprichoso, pues eso.

Yo lo miro muchas veces cuando estoy en esos ratos en que uno está solo. Y le hablo y nos decimos cosas. Lo veo maduro - que no viejo – con el niño de la mano. Ese niño es el suyo. No soy yo que no termino de hacerme grande, silencioso, siempre esperando que le diga algo y se lo digo y nos entendemos.

Le rezo, cuando la noche entra en esas horas en que los bosques se hacen aún más oscuros, impenetrables y misteriosos, encanados, entonces lo siento más cercano y se crea una corriente de afecto mutuo. Sé que dentro de mí hay un momento de paz que surge de manera espontánea.

Él me dice que hay días que también se fatiga mucho y que me entiende. Y me habla de sus músculos de carpintero que se desgastan y que sabe que tiene una tarea pendiente pero que casi nunca encuentra el momento de meterle mano y lo deja para mañana. Como algunas veces haces tú, me dice, pero él y yo sabemos que yo no puedo hacer su tarea porque esa se la encomendaron en secreto, aquella noche cuando el Ángel en sueños se le apareció y le dijo todo lo que le esperaba…

Y entonces, él y yo nos damos las buenas noches y dejamos que la noche vaya recorriendo su camino.

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