19 de mayo, domingo. Dice
la historia que venía de la tierra de Cameros, en el Camero Viejo, entre los
Iregua y Cidacos, en Logroño y que ahora
ya llamamos Comunidad Autónoma de la Rioja. Igual que él, los Heredia, vinieron
otras familias desde aquellos lugares y desdes las Tierras Altas de Soria a
Málaga: Saénz de Tejada, Larios, Lería, Félix Saénz…
Dicen que llegó con quince
años, a los dieciséis o diecisiete era dependiente de comercio, a los
veintisiete se casó con Isabel Livermore Salas, a los treinta uno de los más
poderosos comerciantes de la Málaga del siglo XIX y a los cincuenta uno de los
mayores capitalistas de España, propietario de una flota de buques - dieciocho-
varias ferrerías fábricas de jabón y tres fincas rústicas. Fundo unos altos
hornos y creó una línea regular entre Málaga y América. Dicen que tuvo la
nómina de empleados más grande que aún no se ha superado en la provincia de
Málaga.
Como todo hombre con una vida
fuera se lo común se le atribuyen varias anécdotas. Julián Sesmero cuenta que
necesitaba empleados cualificados para sus siderurgias. Sabía que los mejores
operarios estaban entre los gitanos. Había un problema. Carecían de apellidos y
no los podía enviar a formarse a Inglaterra. Entonces, ni corto ni perezoso, a
los que no tenían apellidos les fu dando el suyo de “Heredia”
Hay una segunda ocurrencia que
demuestra su clarividencia en el sentido comercial. Envió a Cuba un cargamento
procedente de su fábrica de jabón, su representante, le envió un cable
anunciándole que no lograba vender ni una sola pastilla, a lo que él contestó:
“Regale el jabón. Envío urgentemente otro cargamento”.
Manuel Agustín Heredia se le
considera en Málaga como el mayor promotor del desarrollo industrial del siglo
XIX. Creó los Altos Hornos de Marbella. Obviamente tiene también detractores
que ensombrecen una obra hoy casi olvidada porque los tiempos avanzan a una
velocidad impresionante. Hay quien opina que parte de su riqueza vino como
consecuencia de las miserias surgidas a raíz de la Guerra de la Independencia.
No tengo elementos de juicio ni para vilipendiarlo ni para ensalzarlo. Creo que
deben recogerse todas las opiniones. Residió en la finca de San José, nodriza
de la Concepción, justo al lado, enfrente, y que una estatua recuerda la
magnitud de su obra cerca de la verja del puerto junto a un lugar que desde
luego no le fue ajeno en su vida.
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