lunes, 18 de marzo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ... O quizá, simplemente, le regale una rosa



             Var. Bolshoi

 

18 de marzo, lunes. Días primaverales en las temperaturas y en el calendario. Marzo, en el hemisferio norte, dice que se pone fin al ciclo de invierno. Dicen y dicen bien que la primavera ya está aquí. De hecho, salvo días excepcionales estos meses pasados han sido benignos y muy secos. Hablo del invierno que hemos vivido en mi tierra, en el sur del sur. En otras, todo lo contrario. Uno habla de la feria según le va.

Revienta el azahar en los naranjos. Se han vestido los frutales de colores (blancos, lilas, rosáceos…) los campos, en algunos lugares, están preciosos. Tienen la bendición de Dios. En otros, como en el mío, los trigos se abren paso a duras penas y ya soportan temperaturas que asustan. Los trigos se espigarán antes de tiempo. Puede que se fastidie el invento…

Por esas cosas raras que, en ocasiones ocurren, esta tarde he estado escuchando una canción de cuando yo era joven, de lo que hace mucho tiempo. Tanto, que a veces, ni me acuerdo de algunas cosas. El autor de la canción, Leonardo Favio contaba cosas bonitas.

Dice en la canción, que “llovía, llovía”. Los días de lluvia, sobre todos los que vivimos en tierras donde escase tanto como es la nuestra, son días con encanto, con mucho encanto. Eso del rumor del agua sobre los tejados, del repiqueteo en el alféizar de la venta o escuchar cómo caen las canales por la madrugada mientras llega lentamente el sueño…

Recuerda Favio días de playa y el viento jugando con tu pelo de niña… y algo tan bonito como “tu mirada y la mía”. ¿Habrá lenguaje más directo que el que se comunica con los ojos? ¿Hay algo más bonito, como cuando sin decir nade, se dice todo? Eso, eso “tu mirada y la mía…”

Gracias a este tiempo que Dios nos da para disfrute han florecido los primeros rosales.  Este año se han adelantado. Han roto brecha tres variedades: Bolshoi (flor grande bicolor, rojo y amarillo), Tequila (amarillo anaranjado con bordes rojizos) y el Crysler Imperial (rojo oscuro).

Han sido los más atrevidos. Ellos solos se han enfrentado a las brisas del amanecer y al sol del mediodía, hoy entoldado por nubes de calima que viene del desierto. Son rosas tímidas, íntimas. Rosas que dicen tanto que uno las mira y remira y piensa en la canción “cuando llegue mi amor / le diré tantas cosas / o quizá simplemente le regale una rosa”. No sé, no sé…

 

 

domingo, 17 de marzo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pedro Roldán, uno de los grandes.

 


17 de marzo, domingo. Era la Sevilla del siglo XVII. Era esa gran urbe que ya asombraba al mundo. Allí se dieron cita lo mejor y lo peor. La condición humana tiene cosas así.

Acaba de clausurase, en el Museo de Bellas Artes, una exposición excepcional. La muestra ha ofrecido parte de la obra de Pedro Roldán con motivo de celebrase el cuarto centenario de su nacimiento. 

Su padre, Marcos Roldán, originario del Reino de León, carpintero de profesión, se afincó en Antequera donde nacieron ocho de los nueve hijos  del matrimonio con Isabel de Fresneda. Pedro (1624-1699) nació y murió en Sevilla, donde el progenitor se había trasladado para realizar un trabajo.

Con catorce años viajó a Granada. Entró en taller de Alonso Cano, donde permaneció hasta un año después de la muerte del maestro en 1647, cuando entró a dirigirlo Bernardo de Mora. Pedro se trasladó a Sevilla a la plazuela de Valderrama, en el barrio de San Marcos.

Se había casado en Granada, en San Nicolás del Albaicín, con Teresa Ortega, probablemente familia de Mena. En Sevilla se instaló como maestro y su expansión y prestigio fue enorme. Hombre ávido de aprender, entró a formarse como pintor en el taller abierto por Murillo. Deambuló por varias collaciones. Se le reconocía una buena posición económica con bienes inmuebles. Poseyó una casa, que frecuentó, ya casi al final de su vida, en Mairena del Alcor.

Tuvo doce hijos, de los que ocho, colaboraron en el taller, así como nietos y familiares. Mantuvo una relación problemática con su hija Luisa, conocida como La Roldana, al no aprobar su boda con Luis Antonio Navarro aprendiz del taller de Andrés Cansino.

Viajó por Andalucía. Obras suyas aparecen en Granada, Jerez de la Frontera, Puerto de Santa María, Villamartín, Cádiz, Medina Sidonia, Jaén…

De su taller salieron muchísimas obras. Su estilo, directo, sencillo, nada recargado llegaba de manera impactante a la religiosidad del siglo XVII. Hoy, está considerado como uno de los grandes imagineros de su tiempo. Yo, he tenido la suerte de, acompañado de manos conocedoras bien del paño, de deleitarme con ella…

 

 

sábado, 16 de marzo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


                                                                                                          Var. Crysler Imperial

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Pregón (Especial Semana Santa I)



            Foto. José Sánchez Moreno

 

16 de marzo, sábado. Corren tiempos de Pasión. Ha entrado la luz en la penumbra de los templos; se desempolvan enseres. Todo se pone a punto. Dentro de unos días la gran fiesta del Año, la Resurrección (sin la Resurrección de Cristo, dijo san Pablo, “vana es nuestra fe”) es la gran, la enorme fiesta del cristianismo.

Ya no están las túnicas en el fondo de los armarios. Las cofradías han presentado sus carteles anunciadores y han hecho públicas sus revistas, sus pregones… Pero hay un pregón sobre todos - sin desmerecer, obviamente a ninguno – es el Pregón Oficial de la Semana Santa, esa que mi añorado y querido José María Martín Urbano, decía que era maravillosamente igual cada año.

La noche del pasado viernes, Jesús Mora Calle, pregonó a la simpar y única Semana Santa de Álora. El pregonero estuvo a la altura de lo que anunciaba. Todo fue espectacular, soberbio y al mismo tiempo, diferente.

La escenificación, de principio a fin, puso en evidencia que el pregonero además de una gran riqueza literaria – su trayectoria de docente y de profesor de Lengua eran evidentes – con numerosas citas de los más excelso de la poesía castellana a la que unió su creación propia. Todo eso con apoyos de imágenes, y cuando no unas notas musicales, que realzaban la calidad humana y religiosa del pregonero.

Jesús cantó a la Semana Santa de Álora y cantó a Álora, a sus gentes, a su manera de vivir la fe – eso que decía Lorenzo Orellana que era dar un salto al vacío – él, el pregonero  lo sacó a pie de calle. “No se – dijo- si Jesús de las Torres cuando llegó al pie de mi ventana giró la cabeza, o no; sí sé que se encontraron su mirada y la mía”.

Recorrió palmo a palmo rincones, calles, esquinas, momentos entrañables donde quien acude a reencotrarse con su Cristo o con su Virgen - ¡Cómo cantó a su Soledad, la Soledad de Cuacos de Yuste, su pueblo, y a la Soledad de Álora!  a  la que en Álora advocamos, también, con otros muchos más nombres.

Tuvo el pregonero el detalle de comenzar su disertación – fue presentado por el del año anterior, su alumno Antonio Javier Trujillo, y uno no sabía quien era el alumno y quien el maestro - con tres interpretaciones de la Banda de Música Municipal de Álora, bajo la dirección de Ana Blanco - con las marchas “Jerusalén”, “Dolores” y el “Bolero paracaidista”. La primera en honor de la Cofradía, “Pollinica” que organizada el acto; las otras dos, cofradías emblemáticas de Alora.

Flotan en el aire aromas de Semana Santa. Está dicho el pregón. En los fogones preludios de torrijas y bacalao; en la Fuentarriba encuentro – once – de bandas en un concierto continuado. Dios a pie de calle…