7 de mayo, martes. “Sevilla
tuvo que ser bajo la lunita plateada…” No, no van por ahí los tiros, aunque
también pudieran ir. El Arenal de Sevilla era lugar de confluencia de pícaros,
sinvergüenza y gente de “buen vivir”. Por allí hizo circular don Miguel de
Cervantes a Rinconete y Cortadillo.
Y, de allí al patio de
Monipodio y, mientras, por el camino el consejo oportuno: roba y da
participación a otros, que luego, es imposible recoger ni lo robado ni lo
repartido… Más o menos. Era la España del Siglo de Oro. Buenas letras y mucha
miseria en las calles; ahora, siglos después, más de lo segundo que de lo
primero. Cosas, que pasan.
No puede abrirse un periódico,
ni ver un telediario, escuchar una tertulia…¿para qué? A uno se le sube la
bilirrubina (la rabia, en cristiano) a la garganta cuando escucha tanto y
tanto… y, lo que no aflora. Pero nadie sabe nada. Nadie ha visto nada. Vamos,
que ni pasaban por allí. A mí que me registren.
Al parecer la República
Dominicana está mas cerca que Chamberí; Venezuela y las Islas Caimán como
Arganda o Azuqueca de Henares, poco más
o menos; las islas del Caribe donde llegan los aviones cargados de dinero, como
Getafe o Ciempozuelos. ¿Lo de las maletas de Baraja aquella noche? Vamos,
hombre, un bulo. ¿Usted se lo ha creído? Usted se lo cree todo.
De empresas tapaderas, paraísos
lejanos, amnistías fiscales, y todo lo que se les quieran echar, de eso, no
hablamos…Algunos no tienen que irse tan lejos: lo tenían en el banco de la
esquina, en la oficina con secretarias de perfumes caros y filtros para
acceder, de tarjetas y coches oficiales. ¡Ay, ‘mi cochecito oficial’!
¿Dos cruces? No. Hay un cementerio de cruces
clavadas por las calles, por los hospitales, por los viejos casi dejados a su
suerte, por escuelas cerradas, por gente que se murió esperando la ayuda, por
parados y olvidados a su suerte, por las colas de Caritas…
Decía la copla que eran dos
amores muertos sin haberse comprendido. Nos comprendemos. El problema está entre
el pueblo que cada día se lo traga todo y aguanta y no se entromete en nada (“gallo
que no canta algo tienen en la garganta”) y entre tanto ladrón –con traje de pijo- como ahora, dentro. ¿Qué se apuestan que
usted y yo pagamos a Hacienda y estos se van todos de rositas? Al tiempo.
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