31 de mayo, viernes. Decía
mi maestro, Manuel Alcántara que el quería que las olas tuviesen, cuando
llegase el día, un sabor ‘ginebrino’ y que desde el rincón del Rincón vería
los barcos que venían aquel atardecer de julio – ‘a la Virgen cirio y a la
mar maera’ – porque llegaba al rebalaje la gente de la mar de aquella
manera…
De aquella manera también me lo
dijo una noche de encierro de la Virgen marinera dos amigos entrañables, Paco
Rengel y José María Martín Urbano. Las puertas de la iglesia de par en par, los
corazones más abiertos aún, porque esta gente puede que alguno no crea en Dios,
pero en quienes todos creen es en la Virgen del Carmen.
Era media tarde, deambulábamos
por el Callejón del Agua. Por aquí me dijo Salvador venía el agua por
unos atanores, desde Carmona, y entonces, entre el embrujo de los patios a mí
se me ocurrió pensar en aquello: “No lo dudes, date prisa, un amigo a mí me
dijo,
“que una mujer quiere verte y quiere bailar contigo”.…..
Y como la mente no se queda
quieta se me vino aquello de “romana y mora”, la de Séneca – (“No hay
mal viento cuando lleva a buen puerto”), y la de Lucano y la de los Abderrarmán
que, aunque numeraron hasta tres, yo me quedo con el tercero…
Y de olivos en Cazorla y Mágina
y la lechuza que iba y venía al velón de aceite de Santa María, y del que le
puso nombre a la Serranía y al río que fue hasta Sanlúcar a entregar el tributo
de una tierra a la que pedimos tanto y, a veces, le damos tan poco.
Y ese paseo de luna sobre
alminares y torres de la Alhambra. Que sí Federico, que van de la nieve al
trigo, y baja las noches de luna clara, embrujada por no sé que llanto que un
día se quedó perdido entre las cumbres blancas, a veces cicateras con el agua
que le niegan a Almería…. ¡Ay si Almería tuviese el agua que le sobra a otros!
Y sigo pensado en “el brillo
de plata de las salinas / y el color de la luna de madrugada…” y en aquel
río que desde Fuenteheridos serpentea en los recodos de la sierra y se recrea y
le da el regalo más bonito que se le pueda regalar al amor: “Flores” pero como es
así comparte – en nombre, en amor y en devoción – y lo lleva hasta Álora, donde llegan las brisas de
la mar y ella se asoma como de puntillas para verlas, desde las lejanía y….a lo
lejos, Málaga, y va a decirle que ella es: cantaora.
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