Es estrecha y quebrada; larga y umbrosa. No entra el sol. Se
dan la mano, entre sí, los balcones; se
hablan de tú las ventanas. Va la Calle de la Compañía – que es de la que se
trata – desde la plaza donde estaban las Casas Consistoriales hasta la muralla
que bordeaba, por poniente, la ciudad. Por una puerta (Puerta Nueva) se abría
al río…
Casi al comienzo de la calle, en el lado opuesto al Guadalmedina, está la iglesia donde se venera el Santo Cristo
de la Salud. Fue iglesia de la Compañía de Jesús antes de la ampliación, sólo
un poco más allá, en lo que fue plaza del General Trujillo, a espaldas de los
Mártires…
Como introducción sirve. Hay que fijar conceptos. Obra, autor
y advocación. Hay uno más pero para después. Un documento notarial dice del Santo Cristo que: “José Micael haya de hacer y
haga – para la Cofradía y Hermandad de la Esclavitud de la Santísima Trinidad- una
hechura de un Cristo de siete cuartas de alto, bien perfeccionado, los brazos
atados, encarnados hasta los codos…” ; 6
de junio de 1633, fecha de encargo; 27 de diciembre, la entrega. Dicen los que
saben que la talla no es de las de primer orden.
La devoción popular le
atribuye haber acabado con la epidemia que asolaba la Málaga de entonces. Un
traslado fortuito descubre la imagen que va en una carreta cubierta por por una
frezada. Es el 31 de mayo de 1649. Cesa el azote. ¡Milagro! Ya le llaman Santo
Cristo de la Salud. Dice la leyenda que una semana después muere su autor.
El autor José Micael Alfaro, contrario a una creencia
generalizada, no es italiano. Nació en
Alcañiz (Teruel) “e hijo de padres de aquella villa”. Dice el padre Llordén que
su testamento fechado en 1650 “echa por tierra la leyenda de su muerte ocho
días después del hallazgo del Cristo de la Salud que es obra suya”.
En 1947 Francisco Palma Burgos restaura la imagen. Al
levantar la mascarilla encuentra una nota. “Fecho por Micael en Álora. Siglo
XVII”. Lo cuenta su sobrino Mario Palma. ¿Qué hay de cierto? ¿Vivió Micael en
Álora?
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