Hay varias maneras de ser hombres; la mejor,
ser niño.
A las cinco menos cuarto en punto – no es Lorca- abre el
portero una puerta de madera protegida por una cancela de hierro. Tiene el
portero amputado el brazo de derecho, está entrado en carnes, y unas gafas de
muchas diotrías. Las madres esperan, apagan los móviles, y entran.
Cruzan un pasillo y otro, y un patio y llegan a la clase,
porque los niños aguardan dentro de las aulas a que vayan a recogerlos. Los
chiquillos miran a la puerta y, con cuidado guardan sus cosas…
Las calles están llenas de coches. Los niños se cogen de la
mano de la personas mayores… Mateo – un niño rubio de pelo largo y lacio- corre
por la acera. Lo llama su madre. Mateo no obedece y corre y corre…
- - Mateo es muy desobediente ¿no, abuelo?
- - Sí. Los niños que no hacen caso son desobedientes.
Esperamos el cambio de semáforo. Se detienen los coches,
cruzamos.
- - Pues, a mi amigo Marcos, lo cogió un coche
porque no respetó el semáforo
- - ¿Sí?
- - Sí.
- - ¿Qué le hizo?
- - Lo llevaron al hospital y, María – María es la
maestra, joven, agradable, sonriente siempre – nos dijo que tenemos que
respetar los semáforos.
Acera arriba, antes de torcer a
la derecha:
- Abuelo ¿te acuerdas cuando
compramos una botella de agua en el quiosco y a Paqui se le cayó al suelo?
- Me acuerdo.
El quiosco lleva meses cerrado;
ahora, la parada es en el ‘Chino’. No abusa, - los nietos no abusan nunca –
pide unas chuches que son muy raras, azucaradas, pringosas…
En el metro cuenta las estaciones.
Las conoce todas. Mira por la ventanilla en la oscuridad la pared que casi nos
roza de pura cercanía…
- - Abuelo ¿te pregunta por mí el pajarito pinzón?
- - Sí.
- - ¿Y tú le dices que soy bueno?
-
Claro.
- - Y, ¿tú ves al pajarito pinzón?
- - No.
Una señora le dice que es un niño lindo. No
se corta. Responde.
- - Es que soy mayor, ya tengo cinco años…
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