Se han llenado, este fin de semana, las calles del centro de
Málaga con las notas diferentes, pillinas y pincantes de una concentración de
Tunas de toda España y Portugal. Colorido de cintas y becas; capas largas;
laúdes, panderos, bandurrias y guitarras han puesto música de otros años por el
centro cosmopolita de una ciudad muy vieja con Universidad nueva.
Han cantado, las Tunas, recuerdos de bocas lindas, con labios
como claveles, y con mocitas empeñadas en no darlos y, el tuno, en que sí… Nos
ha recordado que en Santiago, donde dicen, que la lluvia es arte, siguen las
calles mojadas por el llanto de la niña. ¡Ay, del amor perdido!, y que Fonseca sigue
triste y sola…¡Lo que son las cosas!
Han venido con un fin filantrópico excepcional:
ayudar a los niños con problema oncológicos. ¡Chapeau, tunos! Ante eso uno
quiere que se sigan enredando en el viento las cintas de las capas estudiantiles
que se mueven por algo tan noble. Dice el periódico que ha sido la Tuna de
Magisterio quien ha movido el encuentro.
Qué lejos queda aquella vieja Escuela del Ejido, y las
prácticas con don Pedro Correa y alumnos de colmillos retorcidos: “Práctico o
caramelos de los buenos o ya sabes lo que te espera”; la excelencia de don
Rafael Vela, de doña Manuela, de don Rafael
Bravo, don Pío Verdú, doña Coral Parga, don Álvaro, doña Angustias… “¿doña
Angustias, qué le han echado los Reyes? Unas botas… ¿Otras?”
Se las han andado, por la Judería, por la plaza del Obispo, por
el novísimo Museo Thyssen o por el remozado teatro Echegaray – algunos españoles
escribieron a la Comisión de los Nobel, informando que no era merecedor del
premio - ¡País! Los tunos, han puesto otro color, el de la generosidad y la música. ¡Viva la Tuna!
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