No sabemos en quién piensan los poetas, si ellos no lo
dicen, cuando escriben. Rafael de León era poeta del 27, amigo de Juan Ramón y
Alberti en los jesuitas del Puerto de Santa María; de Lorca en Granada; desde
la cárcel, en Barcelona, de Machado y Lorca.
Su vida tuvo – como todas – luces y sombras. Luces de éxitos
en la Copla; sombras de olvido al final de sus días. Escribió mucho y bueno. Se
le negó –progresía imperante – el pan y la sal, el reconocimiento merecido, la
fama efímera de un homenaje. Todo, casi todo.
Escribió aquello de un clavel, un rojo, rojo clavel y lo que
ustedes conocen de la cercanía de la boca, del negro pelo, del encendido “al
verte cariño mío” y del desgate de las losas del puente que se pasa por la
‘madrugá’. Pero no va hoy por ahí. No.
No ha sonado, a una hora determinada, ninguna ‘Grandola Vila
morena’ en las emisora de radio españolas. No se han llenado las calles de
tanques, ni de hombres de uniforme, ni de fusiles que sirven de sostenimiento
de un clavel.
Desde anoche, -“el pueblo es quien más ordena”- cuando se
conocieron los resultados de las urnas en las elecciones europeas, España supo
que había estallado una revolución Se sabe cómo comienzan las revoluciones;
nunca, cómo terminan.
Un mes y muchos años, después, de aquel 25 de abril en Portugal, - 25 de mayo
para el caso - el mapa político español se ha hecho añicos. Igual se busca esa tierra de
fraternidad perdida en cualquier esquina del tiempo acomodaticio y corrupto de
los últimos años.
Hablan los que saben – y los que no saben, también – del
nuevo tiempo. Ojalá sean tiempos de justicia, de libertad y de claveles pero no
en los fusiles sino en las macetas como las de mi vecina Isabel en la reja de
su ventana. Juana Sánchez, puso la foto, hace unos días en el facebook.
Claveles de Rafael de León, de Isabel en la calle Erillas. ¿Los otros? Ustedes
mismos.
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