Es el título de una obra, mitad ensayo, mitad diario, de una
vida muy llena, de Manu Leguineche (Alfaguara 1999). Recoge desde un rincón
perdido – ¡mira que son deliciosos los lugares perdidos por esos campos de Dios
– en la Alcarria muchas cosas de lo que acontece cada día. Pero no, no es el
caso.
Acaba de proclamar Simeone, en la Plaza de Cánovas del
Castillo, con la estatua en mármol de
Neptuno, dios de los infiernos - ¿el fútbol es un infierno? – de testigo: “si cree y se trabaja, se puede”.
Los seguidores del Atlético de Madrid, dicen que sí, que está muy bien. Son
felices por el título ganado… Pero no, no es el caso.
Casi roza esa felicidad terrenal la que tienen – yo también,
¿para qué negarlo – muchos seguidores malaguistas ante las declaraciones
del Sheikh Al- Tani… Que si nuevo ciclo,
que si lo bueno está por venir, que si se abre un nuevo capítulo. Puede que
sean brindis al sol, pero, y ¿si no es así? Pero no, no es el caso.
El Pimpi en sus noches de los lunes rinde homenaje a un
fotógrafo. Se llama Pepe Sánchez Poce. El firma como Pepe Ponce. Es de Álora;
ejerce de perote. No sé si es mejor persona que profesional o al revés. Huele a
tópico; no lo es. Palabrita del Niño Jesús. Tiene – Pepe, claro - el archivo
fotográfico más extenso, más cualitativo y más desordenado de Málaga. Pero, no,
es el caso.
Verán. Hace unos días se jubiló Pepe, - José Gámez - el
conserje del colegio de El Hacho. Pepe, hace aún mejor lo de don Antonio
Machado: “en el buen sentido de la palabra bueno”. No sé quién o quienes, en su
centro, han tenido a bien colocar un mosaico recordando que por aquellos
pasillos anduvo Pepe…
Sí, es el caso. Es de bien nacido el ser agradecido.
Enhorabuena a Pepe; a los de la idea; a los que, cada mañana, acuden a un
centro tan privilegiado para aprender a “ser” más personas, porque en esas cosas tan sencillas, tan
simples es donde está la felicidad de la tierra.
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