Europa ha acudido a las urnas. Bueno, Europa, no. Gentes de
algunos países que forman parte de eso que llamamos “vieja Europa”. Hoy se ha
depositado un voto en las urnas. Elegimos parlamentarios. Dicen que, desde
Estrasburgo, pondrán arreglo a algunas cosas ¿Podrán?
Hay un alboroto de gorriones en la parra. Deben andar de duelos terrenales
entre ellos. ¿Serán duelos de amores? La parra ya está llena de pámpanos
vigorosos y tiernos y de racimos que dentro de un par de meses serán uvas
maduras, sensuales, apetitosas, dulces...
Clama el Papa – al Papa le hacen poco caso quienes pueden
resolver los problemas – por la paz en ese infierno perpetuo que se llama
Oriente Medio. Cuando hablan del infierno, del otro, claro, es porque nunca se
las han andado por Palestina, Israel, Siria, Líbano… y compañeros mártires. No
está el infierno debajo de la tierra. No, está en la otra punta del mar azul.
Se despiertan de un sueño. Mejor no han dormido los
seguidores madridistas; los del atlético, tampoco. Con el agua tan cerca y sin
poderla beber. Discutían, esta mañana, ante el café en la barra del bar: la
culpa del árbitro porque alargó cinco minutos…
Lección extraordinaria de señorío en las declaraciones de
Simeone. “Me he equivocado”, “tristeza no, amargura sí”, “la cabeza alta…” “hay
otro equipo y otro jugadores”. Pues todavía hay un imbécil – perdón por dejarme
llevar por el impulso - que en un lavadero televisivo, vulgo tertulia, dice que
tiene que dar explicaciones…
El coro infantil cantaba aquello de “Una tarde fresquita de
mayo”. Luego, Joaquín Díaz, el mejor recopilador del folclore español, la
recogió. Y todos nos deleitamos porque “Una tarde fresquita de mayo / cogí mi caballo me fui a pasear…”
Yo no tengo caballo ni me he ido a pasear. Oigo los
gorriones en la parra. Una garza busca sustento en el río; canta el Cuco en la
Cuesta del Convento. Entorno los ojos. Sueño con el paseo y con la senda por
donde pasaba la niña de boquita de miel y con rosas y claveles y…
Hoy muy bonito.
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