15 de
octubre, sábado. El viajero desde San Vicente de la Barquera fue,
por Unquera, al Desfiladero de la Hermida y luego subió y subió. Pasó por
Panes. Buscó alojamiento y no encontró. Llegó a Potes sin reserva de cama y con
noche cerrada. En el agobio de la noche encima se adentró en La Soldrería y preguntó:
-
Señora, ¿dónde puedo dormir esta noche?
-
En Potes, contestó una mujer madura desde detrás
del mostrador, sin reserva, imposible, está todo lleno, como no sea en el
Puerto de San Glorio…
Entonces pregunto por la
distancia y le contestó que a unos treinta kilómetros…
-
Bueno, eso dijo él, para lo que traigo encima…
-
¿De dónde viene?
-
Esta mañana, salí de un hostal de carretera de
Priego de Cuenca, y por Burgos y el Escudo, a Torrelavega y….
La mujer interrumpió.
-
¿Cómo? Siendo así, usted no se va de aquí…
¡Calle, hombre, calle!
Cogió el teléfono y llamó a
una, y a otra, y a varias casas que admitían huéspedes para una noche…
A la mañana siguiente, el viajero
sintió el viento frío de otoño al abrir la ventana y vio recortados entre la
bruma los Picos de Europa. La niebla se
levantaba lentamente. Los árboles – algunos ya sin hojas – eran esqueletos
inmóviles. Se escuchaban sonidos de latón en los cencerros de las vacas…
Dedicó el día a andar por el
pueblo como quien no va a ninguna parte, pero no se deja ningún rincón sin
escudriñar. Tomó algo a media mañana, y luego fue a comer, donde La Taberna en la Plaza y pidió una tabla
de quesos y un vino y algo de sopa – el cocido liebanés- lo aplazó para el día siguiente. Lo tomaría, como otras
veces, en el Hostal del Oso en
Cosgaya, junto al Deva, recomendado por su amigo Paco Galdeano- y un orujo.
Se sentó en una mesa cercana al
rincón del fondo. Despejada la modorra de la siesta echó un vistazo a los
apuntes y luego leyó en la guía que llevaba: “Yo, Garci González de Orejón con
el cuchillo de mi enemigo al cuello dicto este testamento (…) como dote a mi
hija para que entre monja y no acabe en puta como su madre”. En Lama tuvo lugar
una batalla entre Comuneros y partidarios de Carlos V. Orejón era jefe Comunero
y murió decapitado por traición de su hijo…
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