14 de
octubre, viernes. No es el famoso puente que cantaba María
Dolores Pradera… No evoca rosas ni jazmines en el pelo ni aromas de mixtura que
en el pecho llevaba entre el río y la alameda, no. Éste unía - y une - la Alameda y El
Perchel. Debe su nombre a la ciudad de
Tetúan, en recuerdo de la batalla de 1860, y que formó parte del Protectorado
de Marruecos. Entonces Málaga comenzaba a sembrar el parque de palmeras…
La Alameda fue una de las obras
importantes del XIX. En un extremo, el puente que salvaba el río; en el otro,
el parque. Se ganaron terrenos al mar y la ciudad tuvo una expansión hasta
entonces desconocida. Rompió el laberinto de callejuelas estrechas, lóbregas y
carentes de ventilación que pervivían desde la época musulmana.
El Perchel, un barrio castizo
donde las salazones de pescado le dieron nombre. Estaba al otro lado del río,
el Guadalmendina sin agua, periódicamente, anegaba la ciudad y la sembraba de
muertes, desolación y ruina. Era otro tiempo.
El Perchel – Cervantes, lo
recoge en su obra- era un barrio humilde. Allí comenzó la primera expansión
industrial de Málaga. Luego, el progreso acabó con él y apareció un barrio
nuevo, diferente, sin del hechizo que, dentro de su pobreza, tenía el clásico.
Me llega, por azar, una foto de
un cuadro de Jaime Rittwagen. Jaime, pintor naïf, ha recogido en su obra parte
de una Málaga que fue, que tuvo su razón de ser, pero hoy solo vive en el recuerdo de quienes
la vivieron o de quienes se acercan a los testimonios gráficos de otro tiempo.
Jaime en un comentario recuerda
que junto a “Quesada vivía Pepe Mena que alquilaba bateas, bicicletas,
triciclos, carrillos de mano”. Dice, también, que el número 2 de calle
Cuarteles, estaba la Hidrocivil, la cristalería Erausquin (luego se fue a la
Carretea de Cádiz, eso no lo dice Jaime pero lo apunto yo), Alarcón, Colchonera
Andaluza, y en calle Peregrino La fábrica de nieve, “ La Paloma…”
El Puente de Tetuán se ha
remodelado posteriormente. No tiene nada que ver con el primitivo. Ahora
comunica la expansión de la ciudad por la Avenida de Andalucía con la Alameda.
Tampoco queda nada de aquella calle Ancha del Carmen, ni de calle Cuarteles sin
“cuartel de Gurripatos, ni freidurías de pescado ni el trasiego de gente que dependía
del tren…
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