1 de
octubre, sábado. Dicen que ya han caído las primeras nevadas.
Dicen que el urogallo busca refugio en la frondosidad del monte caducifolio que
se va tornando de oro viejo. Dicen que el hielo toma cuerpo por las madrugadas
y los amaneceres son muy frío, dicen….
Sí todo eso y más. Rodeado por
la cumbres más altas del Pirineo -
Maladeta, Posets y Aneto – Benasque
conserva los valores de los pueblos del Alto Aragón: paisajes increíbles;
parajes solitarios, bucólicos y llenos de paz; montañas, sierras y valles;
ríos, lagos, y embalses; bosques y llanuras.
El agua antes de congelarse se
precipita en aguas bravas que saltan de peña en peña y forman pequeñas cascadas
que alimentan el Esera. A sus pies se asienta el pueblo como una miniatura
preciosa y precisa que en algún momento teme romperse.
Casas oscuras de piedra secas y
tejados pizarrosos; muros horadados por pequeñas ventanas simétricas y puertas
con arcos de medio punto. El hombre ha sabido luchar contra la dureza del clima
pirenaico y se ha adaptado a su hábitat para ofrecer lo mejor que posee: nieve
y ocio. Cura anti-estrés en los rigores del invierno o en los meses de
temperaturas placenteras del estío.
Abedules; pinares y abetos;
hayedos y quejigos revisten las laderas – verdes o blancas, según la estación –
hasta bajar al sotobosque de rododendros, arándanos, helechos y enebros.
El Esera se abre en un valle
ancho para aguas abajo unirse al Cinca. Va claro, cristalino, frío; en sus
orillas crecen ‘olmos temblones’ de hojas titileantes que parecen campanillas
para una carroza de día del Corpus. En ocasiones cede la vegetación y las
orillas se cubren de cantos rodados, arrastrados con las aguas del deshielo
primaveral mientras que la carretera estrecha y rodeada de prados lo cruza, una
y otra vez, en un caracoleo que no tiene término, para ir a morir, arriba, en
una altura cercana a los tres mil metros junto al pantano de paso nuevo.
Los días primeros del otoño son
luminosos; las noches frías y a veces la presencias de gran San Bernardo
pacífico y casi lleno de beatitud sorprende al viajero - pequeño gran susto momentáneo – con un
ladrido propio de un bajo sinfónico.
Benasque, además, es un bastión
de historia. Aquí tuvo su sede el condado de Ribagorza y aquí supieron de
luchas medievales contras sus vecinos
los francos, del Sobrarbe, del Pallars o contra los musulmanes que llegaron has
Huesca y que han pervivido en reminiscencias en casas solariegas y palacetes
blasonados de escudos añejos en los pueblos del valle.
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