9 de
octubre, domingo. Una tarde cálida de este largo verano que se
nos vino a la mano como se vienen todos los veranos, sin avisar, sin decir que
llegaba y que, ahora no quiere irse… A lo que iba. Este verano anduve un rato
por Moguer. Antes, había estado en La Rabida y rememoré parte de ese pasado tan
nuestro y, a veces, casi denostado, por algunos.
Moguer ha tenido el buen gusto
de rotular en las esquinas de sus calles algunos fragmentos de la obra de Juan
Ramón donde el poeta las sacó a relucir en su obra. Es una manera de leerlo. Es
un modo de conocer al pueblo y de conocer a Juan Ramón.
A Juan Ramón – yo ya no sé si
se seguirá haciendo – lo leíamos los niños en la escuela. “Platero” era algo más que el “burro pequeños, peludo, suave; tan
blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos…”
Nosotros, los niños de entonces que después nos hicimos, poco a poco, mayores,
no alcanzábamos a entrar en toda la profundidad que aquel hombre de cara larga
y ojos tristes había escrito en un libro en el que leíamos ¡tantas cosas
bonitas!
Ahora, tras la muerte de Jesús
Quintero, hay quien ha descubierto a otro Juan Ramón, el del poema del Viaje definitivo. Parece que Jesús –
sabiendo lo que se venía encima - lo
había enviado, en su voz, como despedida a algunos amigos. La gente que lee
poco, se ha sorprendido al escucharlo en la voz única – silencios incluidos –
de Jesús.
Cuando yo andaba, ya les digo,
aquella tarde de verano por las calles del pueblo blanco bajo el sol que si iba
camino de América pensaba en Platero
y en Juan Ramón y envidiaba un poco la gloria que tienen algunos pueblos – en
Moguer por supuesto hay también otros personajes que van con pie propio – de
que en su suelo hayan nacido personas así. Me acordaba de Málaga, con Manuel
Alcántara; de Aználcazar, con Antonio García Barbeito; de Arcos, con Antonio
Murciano: de Antequera, con Muñoz Rojas….
Vendrán otros tiempos. Habrá
espíritus que errarán nostálgicos por rincones de rosales con rosas en otoño,
de árboles verdes y pozos blancos… Lo que no sé si para entonces “tocarán, como esta tarde están tocando, /
las campanas del campanario”.
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