Paloma torcaz en vuelo
26 de octubre, miércoles. Dice el periódico que
comenzaron a llegar el domingo. Dice que, en la Cornisa Cantábrica, el viento
era tan fuerte que les impedía el avance y se volvieron. Dice que desde ayer
martes – las condiciones climatológicas adversas habían amainado y les permitía
el vuelo por el Pirineo Navarro y que como quien no quiere la cosa pudieron
entrar sobre trecientas mil, paloma más o menos, porque hablamos de las
torcaces que vienen a pasar el otoño.
La noticia informa que desde
hace unos días se habían detectado movimientos de estas aves en Bélgica y en
los Países Bajos y que se preparaban, agrupándose en bandadas, para iniciar un
camino largo hasta la Península Ibérica, donde van a pasar los meses de frío
durante la invernada.
Igual movimiento se ha
detectado en Alemania y en Francia. Estas, las que vienen del centro de Europa,
cruzan la enorme llanura, salvan el Macizo Central francés y luego, los
Pirineos. Tanto en Irún, en la costa, (continúan por Tolosa y Otzaurte) como más al interior en el Pirineo navarro
supone una fiesta para cazadores y para las personas que siguen sus movimientos.
En nuestra tierra la paloma
torcaz vive en los bosques, en los jardines de las grandes ciudades – es normal
verlas en el Parque del Retiro o en la Casa de Campo de Madrid – en las orillas
de los ríos de la Meseta, en las llanuras de Castilla, en Sierra Morena o en
las Dehesas de Extremadura.
Se ausenta de los lugares extremadamente
fríos y se bajan hacia las tierras más cálidas del sur. Aquí se alimentan de
frutos secos: bellotas, higos pasados, castañas, restos de frutas en las ramas,
brotes de hierba nacida con la otoñada o cualquier tipo de semilla que
encuentra por los campos.
Es huidiza – solo se confía
donde no se ve perseguida – tiene más envergadura que la paloma normal, su plumaje
es negro azulado con pinceladas blancas en el cuello y en las alas que se
divisan al volar o cuando se tienen muy cercanas. Su vuelo es potente, asciende
en espiral y luego se deja caer, planeando y aprovechando las corrientes de la
térmicas.
Tiene diferencias con la paloma
zurita de color más azulado y con la turca, más pequeña y acanelada. Existe la
creencia popular de identificar un nido de torcaces en un balcón con la fortuna
que llega a la casa.
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