31 de
octubre, lunes. Alguien dijo que lo que percibe el olfato incita
o repele. Es verdad. Aroma y peste son antónimos. Uno, atrae; lo otro, repele.
No siempre hemos seguido la dirección que llevábamos cuando nos encontramos
como un bofetón en la cara eso que sale de aquel lugar.…
Los olores influyen en nuestro
cuerpo y en nuestra mente. Mitigan, incitan, moldean, traumatizan, calman. Las
mezclas de sustancias químicas llegan, no siempre de manera voluntaria, hasta
la pituitaria del quien transita por la calle.
Piensen en una tarde cualquiera
si se pasa por la puerta de una perfumería… A veces, es tan potente, tiene
tanta intensidad que embriaga. Incluso hay personas con ciertas patologías que
se ven en dificultades respiratorias cuando las perciben lo que sale de allí
adentro.
Una noche de abril, una tarde
de mayo, una mañana de lluvia con la tierra mojada después que el agua lo haya
empapado todo…
Alguien dijo que Málaga es de
las pocas ciudades marineras donde no se percibe el olor a brea. Es verdad. Lo
que no aclaró es que Málaga vive de espaldas al mar. Llegan los barcos a
atracar casi en la misma calle Larios y sin embargo el olor se queda un poco
más allá, al otro lado de la plaza que, curiosamente, se llama, de la Marina.
Hay otros olores que atrapan.
Esas casi madrugadas de invierno cuando el vaho de la noche se levanta perezoso
y desde dentro sale el olor a café que invita a degustarlo. Es el cuerpo quien
lo pide y el olor quien atrae…Usted pude pedir: un cortado, un sombra, un largo, un corto, un manchado… Todos
llevan dentro algo que lo identifica: el olor.
Recuerdo una noche en
Marrakech. Fui incapaz de entrar en el zoco. Se mezclaban olores a cueros,
metales, especias, frutas maduras, encurtidos, carnes donde dormitaban las
moscas esperando al nuevo día, pasteles, gente sudorosa… Aquello no eran
olores, era eso otro que tiene el nombre tan feo.
Tengo otra experiencia –
perdonen que hable de mí – de contrastes. Volábamos – entonces aún era Unión
Soviética -con la Aeroflot de Jabarosk a Moscú. Las azafatas, atentísimas,
cordiales, encantadoras. Ocho horas de vuelo con constantes atenciones… Aquellas
mujeres estaban escamondadas, si se me permite la palabra. Trasbordamos a un
avión de la Austrian Airlines. El personal de a bordo con profesionalidad
similar. Solo tenía una diferencia: sus
ojos estaban ribeteados con rimmel y desprendían perfume de Coco Chanel…
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