sábado, 8 de octubre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. España desconocida: El Valle de la Liébana en otoño

 

  

           Valle de la Liébana en otoño. Cantabria


8 de octubre, sábado. El otoño ha vestido de oros viejos las riberas del Deva, los bordes de los prados donde pastan ovejas lanudas y vacas de pelos castaños y ojos inexpresivos. Las cumbres se recortan en el cielo azul – ya no tiene el azul del verano – y esperan las primeras nevadas.

A Potes se llega, desde la Meseta, por los Puertos de Piedrasluengas  o por San Glorio; desde el mar por el Desfiladero de la Hermida Ese que pintó como no lo ha hecho nadie Carlos de Haës con cuervos en las quebradas y calizas a pedir de mano.

Turieno, Camaleño, Cosgaya, Espinama, Fuente Dé, Mogrovejo o Pembes sostienen viejas iglesias y casonas solariegas con cerca de doscientos escudos nobiliarios sobreviviendo a los tiempos. De Panes – donde al Deva se le une el Cares – a Tama la carretera es estrecha, siempre al lado del río, que escinde en dos el macizo calizo de paredes verdes y escarpadas. Ya han comenzado a perder los árboles las hojas…

Potes es la capital de La Liébana. De su pasado son muestras la torre del Infantado, la torre de Oregón y la plaza con soportales. A Espinama y a Bores, en la octava Serranilla, las inmortalizó el marqués de Santillana: “Mozuela de Bores / Allá do la Lama / Púsome en amores. / E fueron las flores  / de cabe Espinama / los encobridores”. Es Cosgaya el Deva es un riachuelo espumoso y en Fuente Dé un ramillete de borbotones claros y cristalinos que confluyen en un manojo de vida. Están doradas las choperas de la orilla... En Lebeña tiene una iglesia mozárabe del siglo X, y en Santo Toribio, el mayor Lignum Crucis de la cristiandad.

El paisaje, único. En las cumbres las rocas desnudas; en los valles la quietud y la dulzura de una naturaleza entregada porque ha cumplido ciclo. Todo es sosiego. Algunas nubes columbran, parsimoniosas, los cielos; abajo, mil tonos de oro viejo que en esencia se transformaron y dejó de ser lo que antes era verde. Armonía y laboriosidad; veredas estrechas, vericuetos y caminos que suben o bajan, prados y landas, bosques umbríos de hayedos que al desprenderse de las hojas dejan ver más allá de los troncos de los árboles. Cabañas, prados segados, hongos enormes con las pilas de heno y de yerba.

Cuando avanza la mañana, lentamente, levanta la niebla y se rompe la escarcha. Desde las chimeneas se eleva el humo de los hogares y el valle se despereza y despierta a la vida.

 

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