Ciprés. Claustro románico de Santo Domingo de Silos (Burgos)
6 de octubre, jueves. Gerardo Diego quien también cantó al Duero a su
paso por Soria (“nadie a
acompañarte baja / nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua” ¿lo
recuerdan?) escribió un soneto profundo al ciprés deL claustro de Silos. “Enhiesto surtidor de sombra y sueño / que
acongojas el cielo con tu lanza…”
Más adelante, en el primer terceto, le dice sin mándaselo
a decir con nadie: “Cuando te vi
señero, dulce, firme, / qué ansiedades sentí diluirme / y ascender como tú,
vuelto en cristales” y lo concluye: “Como tú, negra torre de arduos filos, /
ejemplo de delirios verticales, / mudo ciprés en el fervor de Silos”.
En 1948 Miguel Delibes obtuvo el Nadal con su
primera novela, La sombra del
ciprés es alargada. No es un ciprés mudo. Es el pesimismo que se abre
camino en la vida de un niño huérfano y abandonado en ciudad de la vieja
Castilla, Ávila, que se ve encerrada por sus propias murallas.
El ciprés es un árbol enhiesto, diferente a todos
los demás árboles, aunque obviamente, tiene muchos puntos coincidentes con
otros árboles. Tiene raíces profundas que los hace anclarse en el suelo y, por
encima de todo, siempre apunta al cielo. A lo más alto, a las alturas donde no llegan
otros árboles. A donde a veces cuesta llegar con la vista. Rara vez se ve un
ciprés tumbado por el viento lo que pregona su capacidad para sortear
temporales.
Procede el mundo greco-romano. Está extendido por
todo el hemisferio norte. En la Biblia se habla varias veces de él. Por la
calidad de su madera se utilizó con el cedro del Líbano en la construcción del
templo de Salomón. Es un árbol muy longevo. Puede vivir cerca de los trecientos
años, si bien, excepcionalmente, en América hay ejemplares que pueden acercarse
al milenio.
Es también valorado por su altura, hasta 60 metros.
Su hoja, perenne, siempre verde, soporta muy bien la sequía y el calor. Estuvo
consagrado a Hades, dios de la muerte, de ahí su presencia en casi todos los
cementerios. En Italia, el paisaje de la Toscana está íntimamente ligado a
ellos . Florencia, Siena, San Gimignano…, no se entienden sin cipreses. José
María Martín Descalzo dijo que Roma era la única ciudad del mundo donde los
cipreses era alegres… Y es verdad. Si tienen tiempo vean los del Generalife, en
Granada o los de Puerta Oscura, en Málaga.
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