jueves, 6 de octubre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cipreses

 


         Ciprés. Claustro románico de Santo Domingo de Silos (Burgos)


6 de octubre, jueves. Gerardo Diego quien también cantó al Duero a su paso por Soria (“nadie a acompañarte baja / nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua” ¿lo recuerdan?) escribió un soneto profundo al ciprés deL claustro de Silos. “Enhiesto surtidor de sombra y sueño / que acongojas el cielo con tu lanza…”

Más adelante, en el primer terceto, le dice sin mándaselo a decir con nadie: “Cuando te vi señero, dulce, firme, / qué ansiedades sentí diluirme / y ascender como tú, vuelto en cristales” y lo concluye: “Como tú, negra torre de arduos filos, / ejemplo de delirios verticales, / mudo ciprés en el fervor de Silos”.

En 1948 Miguel Delibes obtuvo el Nadal con su primera novela, La sombra del ciprés es alargada. No es un ciprés mudo. Es el pesimismo que se abre camino en la vida de un niño huérfano y abandonado en ciudad de la vieja Castilla, Ávila, que se ve encerrada por sus propias murallas.

El ciprés es un árbol enhiesto, diferente a todos los demás árboles, aunque obviamente, tiene muchos puntos coincidentes con otros árboles. Tiene raíces profundas que los hace anclarse en el suelo y, por encima de todo, siempre apunta al cielo. A lo más alto, a las alturas donde no llegan otros árboles. A donde a veces cuesta llegar con la vista. Rara vez se ve un ciprés tumbado por el viento lo que pregona su capacidad para sortear temporales.

Procede el mundo greco-romano. Está extendido por todo el hemisferio norte. En la Biblia se habla varias veces de él. Por la calidad de su madera se utilizó con el cedro del Líbano en la construcción del templo de Salomón. Es un árbol muy longevo. Puede vivir cerca de los trecientos años, si bien, excepcionalmente, en América hay ejemplares que pueden acercarse al milenio.

Es también valorado por su altura, hasta 60 metros. Su hoja, perenne, siempre verde, soporta muy bien la sequía y el calor. Estuvo consagrado a Hades, dios de la muerte, de ahí su presencia en casi todos los cementerios. En Italia, el paisaje de la Toscana está íntimamente ligado a ellos . Florencia, Siena, San Gimignano…, no se entienden sin cipreses. José María Martín Descalzo dijo que Roma era la única ciudad del mundo donde los cipreses era alegres… Y es verdad. Si tienen tiempo vean los del Generalife, en Granada o los de Puerta Oscura, en Málaga.

 

 

 

 

 

 

 

 

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