15 de enero, lunes. El
maestro Padilla puso la música; Sara Montiel, la voz. Nos dijeron que “como
aves precursoras de primavera, en Madrid aparecen las violeteras; en las
huertas, - les digo, yo - el verderón. Un pajarillo pequeño, de pico grueso y
corto que le permite abrir los granos y semillas cuando tienen que
proporcionarse su alimento. Estas aves diminutas tienen unas características
propias, pero entre todas, sobresale por su canto y el color de la pluma verde
claro.
Tienen también cuatro dedos,
tres dirigidos hacia adelante y uno, el cuarto, hacia atrás, lo que le permite
ser prensiles cuando se posan en las ramas delgadas o en las cumbreras de los
árboles. No huye del hombre y habita en lugares que comparte con los humanos
sobre todo en zonas habitadas.
La mayoría de estos pajarillos
no destacan por su tamaño lo que hace que pasen muy desapercibidos y se
conozcan más por la sonoridad y melodías de sus cantos cuando llega la
primavera que por detectar su presencia física.
Sus nidos son muy elaborados. Obras de arte escondidas entre las ramas de
los árboles, a veces, tan camuflados que no son fáciles de descubrirlos. Los
polluelos nacen ciegos y la presencia de los padres es imprescindible para
salir adelante. Sus huevos coloreados y con pintitas, a diferencias de los de
otros pájaros, que son blancos.
Pueden vivir hasta tres años.
Se alimentan de todo tipo de granos y semillas de olmos, de cereales
desprendidos de las espigas, de tilos, de zarzas, de fresnos, de piñones y
bayas, de tejos, escaramujos y a veces, incluso de insectos como hormigas y
escarabajos. En ocasiones devora los brotes de los frutales y en otoño son
amigos de visitar las viñas y parrales buscando las uvas maduras.
En las zonas donde la
vegetación no es abundante se refugian en los pinares o zonas boscosas. Amigos
de vivir alrededor de las casas rurales, jardines y granjas y se alejan de las
zonas de campiña, de hecho, no se detectan en los secanos a donde solo acuden
en bandadas cuando se acerca el otoño y buscan los granos de las sementeras.
Por el contrario, gustan de vivir junto a los ríos, regatos, cañadas, arroyos y
sitios de labor o zonas umbrosas donde la maleza les proporciona seguridad.
A pesar de su humildad como
pajarillo ha tenido el honor que Delibes lo incluyera, citándolo, en su obra El
Ultimo coto: “se posan en las tapias los verderones, buscan ramas
las palomas y los mirlos silban -¿dónde?-
como cabreros….”
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