miércoles, 10 de enero de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y ahora, tampoco



10 de enero, miércoles. Hace un rato me ha llamado un amigo. Me dice que, en algunos lugares de la Sierra de Huelva, o sea en su tierra, llevan recogidos en torno a los doscientos litros. Para el campo es un remedio; para ríos, pozos, veneros y arroyos, es poco…

He esbozado una medio sonrisa, ni socarrona ni de consentimiento, solo esa media sonrisa que dice más que la sonrisa entera. Le he contestado que nosotros no hemos llegado los cincuenta. O sea, menos que nada.

Un amigo común que, con el teléfono abierto, también participaba en la conversación ha comentado. Vamos nos hemos quedado con cara de tontos. Anoche la tormenta descargó por el mar de Alborán.  Y nos hemos quedado con el dicho de “más tonto que llover en el mar”. Parece un contrasentido; no lo es.

La borrasca o la DANA como quieran llamarla se ha escurrido, al parecer por la parte norte de Andalucía, o se ha quedado más allá de la orilla, o sea, entre las Islas Chafarinas, el Peñón de Vélez de la Gomera y alguna que otra piedra grande perdida en medio del agua.

Esta mañana el amigo Jesús Arias puso una foto con la cresta de la Capilla – una de las que coronan la Sierra de Abdalajís – con pinceladas de nieve. No era mucho, pero era nieve. El resto de la sierra estaba cubierto de nubes. No había visibilidad. Una ilusión desvanecida pronto, muy pronto, en cuanto el sol despejó la sierra se vio que no había nada blanco.

Todo había sido ese señuelo que desde lejos nos hizo soñar en una sierra blanca y que luego, cuando comenzase a calentar y abrir el día, al irse derritiendo bajaría en tropel chorros de agua hacia los pantanos… Ya ven, con qué poco, a veces se conforma uno.

Esta borrasca que nos anunciaban tropecientas mil ilusiones porque iba a llover en toda España y que además la dejaría vestida de blanco pues ha quedado como aquellos cohetes de feria que no rompían en un estruendo sino en florero de serpentinas y los niños con la mirada perdida decíamos: ¡de lágrimas!

No sé si la situación es de lágrimas de cohetes de feria. Es para llorar, en algunas zonas. No les quepa la menor duda. Felicidades a los que han visto la nieve en sus ciudades, en sus montañas, en sus prados. Nosotros, nos conformamos y nos decimos: Y ahora, tampoco.

 

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