Río Guadalhorce a su paso por Álora (Málaga)
17 de enero, miércoles, Dicen
que se escribe del tiempo cuando no hay otra cosa de qué escribir… La lluvia,
el agua, la sequía – distintas variantes de un mismo tema – son una constante
en conversaciones, en encuentros entre amigos, en los informativos…
Vivimos donde la lluvia ha sido
más noticia por su ausencia que por su abundancia. Si se echa un vistazo a los
papeles viejos, o sea a Historia, no es algo novedoso. Su falta se ha repetido
y, en ocasiones con tal virulencia, que ha llegado a originar hambrunas. Si no
me creen echen un rato hurgando y verán cuantas sorpresas.
España es un país orientado al
Atlántico, a tiro de piedra de África y a orillas del Mediterráneo. Si las
lluvias vienen del oeste, entonces las llamamos borrascas. Se originan entre el
Golfo de México y el centro del Océano. Las corrientes de los vientos les dan rutas
determinadas. La mayoría rozan la Península Ibérica por el noroeste. Allí las lluvias,
constantes; si vienen más bajas, entran por el Golfo de Cádiz y riegan más superficie.
Cuestión de suerte.
Si vienen del Mediterráneo, lo
que suele ocurrir a finales de verano y principios de otoño, por diferencia de
temperatura entre las aguas del mar y la de la tierra, entonces las llamamos ‘gotas
frías”. Son catastróficas. Inundaciones, ruinas…
Los romanos que eran muy prácticos
se dieron cuenta del asunto y determinaron que en las ciudades no podía faltar
el agua. Construyeron acueductos. Hoy los valoramos como lugares turísticos. Se
conservan, en parte, en Segovia, Tarragona, Mérida, Teruel, Almuñécar…
Los árabes las canalizaron y
las llevaron mediante acequias, presas, atarjeas y norias a fertilizar los
campos porque sin agua no hay cultivo y sin productos agrícolas viene una cosa
que se llama hambre.
Luego, la cosa progresó y se
procuró que mediante embalses y pantanos (ahora muy denostados por lumbreras de
estómagos agradecidos porque, ¡ilusos! creen que la teta les viene de otro
sitio) remansaron el agua para consumo humano, para cultivos y para producir
electricidad.
Joaquín Costa, un político del XIX
dejó dicho que la solución de España venía por tres vías: agua, caminos y escuelas.
Dos han progresado bastante, la del agua… pues eso. Es el momento. Los elegidos
para solucionar los problemas tienen que hacer ver al pesebrero que come
de su mamo y al cateto de gorra calada y garrota que el agua no es de quien ve
pasar el río por su puerta y que un plan hidrológico – o sea un uso racional y
justo del agua que es escasa – es necesario, urgente y un beneficio para todos,
incluido ellos.
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