29 de enero,
lunes. «Probablemente nunca haya cometido un error
como éste, (…. ) ir a buscar ayuda al bosque, ¿cómo he llegado a pensar que iba
a hallar ayuda en el bosque, en la profundidad y oscuridad del bosque?» La
frase, del noruego Jon Fosse, premio Nobel de Literatura, 2023
El bosque es
profundo, enigmático y oscuro. El bosque es impenetrable en apariencia. A duras penas puede verse un poco más allá de
las primeras ramas de los árboles. Es intuye más que se ve. El bosque, en toda
su inmensidad, es inalcanzable. Todo lo que pasa por la mente, conjeturas. En
el fondo, la solución está en aquel bosque oscuro, abierto, difícil, ¿o no? Está
ante nuestros ojos. Hay que soñar con él.
La vida también
es un bosque, otro bosque; mejor, una maraña. Parece igual, no lo es. La
televisión informa de la perdida de cordura. Se mata sin piedad, se agrede con
saña. Cuesta pensar que sean actuaciones
deseres humanos dotados de espíritu. Deberían ser totalmente contrarios a la
violencia.
La jungla (que
no el bosque) avanza inexorable. Se impone en todo Occidente. No se detiene. El
rosario de noticias es de cuentas negras; aterran. Muchas de las cosas emanan de una sociedad incapaz de buscar otros horizontes.
Da igual qué
parte del mundo aparezca en el informativo de turno. Los hombres malos imponen
su ley – si a eso se le puede llamar ley, por supuesto – a todo cuanto rodea.
Parte el alma
esa pléyade de niños que, a veces, aparecen en primer plano. Son consecuencia y
despojos de la guerra impuesta. Impera la avaricia, la sinrazón.
Vemos la
virulencia en las declaraciones, en la imposición de las ideas propias, sin
atisbo de aceptar otras razones que, también, se pueden tener en la otra orilla.
Hay
declaraciones que descalifican, agreden ridiculizan. Son declaraciones ahítas
de veneno. Salen como la erupción de un volcán. Nada ni nadie las impiden y si no, al menos,
las minimicen.
Pienso en el
bosque enigmático. Un bosque anhelado. Ese bosque nos puede estar esperando en
cualquier recodo del camino para ofrecernos la paz. Hay que tener la surte de encontrarlo.
El hombre solo, lo necesita. Quizá, cerca; quizá, lejos. Está ahí. Regala paz.
Da paz, acoge en la paz de un sueño cumplido, al menos, en el deseo. Ese bosque
es para el hombre. Lo regala la naturaleza. Detrás siempre está Ese que ahora
no está de moda. Lo llamamos Dios.
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