viernes, 5 de enero de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Encinasola

 


Encinasola. F. Fermín Adame

 

               A Reme y Fermín que estos días celebran algo muy especial…

 

5 de enero, viernes. ¿Quién eres tú? – Te pregunto.

 - Soy – me dices - un anticipo que viene del oeste, de esa tierra del Alentejo que está más allá del río, por las que el sol se va cada tarde hacia un lugar lejano, allende las olas,  que dais en llamar América…

Soy – sigues diciendo – una parte de la dehesa que se arranca en el lugar de donde viene el sol cada mañana cuando se rompe el alba y le habéis puesto por nombre Sierra Morena, y yo la más preterida por mi pequeñez y por mi lejanía estoy aquí, esperando el rescate del olvido, a orillas del Múrtiga…

Y formo parte (yo escucho; tú hablas) de su flora y de su fauna. Soy encina milenaria que otea vientos en los inviernos duros y jara en primavera; soy bellota y olivas en otoño y soporto el rigor del estío cuando vienen los golpes de calor y la tierra se achicharra…

Soy piedra y tierra de labor poca, pero dadivosa. Soy lugar de helechal, torviscos, cantuesos y romero y mi dehesa propicia que nazcan los grumelos y pastos para los ciervos…  Soy la fuerza verde del paisaje que no es bosque, pero es sombra achaparrada de coscojas…

Aquí, los hombres echaron un pulso a la naturaleza. Y lo perdieron. Dicen también de mí que soy generosa, tan generosa que, además, me di a otra tierra y os regalé lo mejor de mi gente, de mi valor, de mi fe y vosotros, en ese lugar a donde llegan las brisas del mar de Ulises que nunca arribaba a Ítaca me acogísteis y ya ves. Nos fundimos y ahí…

Y, entonces, a mí se me ocurre a modo de susurro y pregunto: “Estrellilla marinera / que vas caminando al norte / dime si podré llegar / a Encinasola esta noche?”  Y te digo que estoy perdido, que no sé ni cómo ni dónde… Y vas y me dices: “A orillas de la Ribera  /está la Virgen de Flores /patrona de Encinasola / reina de los corazones”.

Y entorno los ojos y recuerdo, una y otra vez, y tanta otras veces, y sé de la sombra planeadora del águila y del canto del mirlo en los sotos y del jilguero en los chopos del río y me quedo con el eco en la distancia, y con la soledad del campo que habla a su manera porque por ahí también pasó “mil gracias derramando…”



                 Encinasola. F. Tomás López


P.D. Por error, en la publicación anterior apareció una foto que no corresponde a Encinasola. Pido disculpas.

 

 

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