19 de
enero, viernes. Dice el hombre del tiempo que una parte España está
chorreando; otra, tirita bajo la nieve. Los ríos de Ávila y Segovia se han
desbordado. Dicen, que los de la cornisa Cantábrica, también. Es la Gracia de
Dios. Ha venido con algo de retraso, eso sí, pero ya está aquí. Caprichosa,
como siempre, a su antojo. Ella manda.
Desde
mi ventana la vi que llegó hace un par de días suave, con tiento, con mucho
tiento como quien no quiere la cosa. Se asomó por los cerros de enfrente, bajó,
cruzó la cañada que este año, aún, no ha corrido, y se dejó sentir. Sin avisar,
sin decir nada, solapadamente. ¿Dónde habrá pasado todo este tiempo?
Dejó de cantar el carbonerillo. No sé dónde están
los chamarines que preludian primavera ni dónde los jilgueros que cantaban en
las tardes de verano. Los mirlos han tomado su rama y, por un rato han dejado
de buscar bichillos.
No hay,
esta mañana, palomas en el tejado. ‘Galleta” la gata que mi hija ‘rescató’ en el último momento ha buscado
refugio lejos de donde pueda mojarse. Los gatos son los animales que más huyen
del agua y si esta fría, más. Ha puesto
tierra de por medio.
No han
regresado todavía las motos con esparragueros que suben a la sierra. Es pronto.
Me parece que este año los espárragos son una quimera. El campo es tan generoso
que, con nada, con cuatro gotas, las esparragueras van a responder, pero aún es
pronto para ver los primeros espárragos.
Me han
dicho, - no han florecido, todavía, los almendros- que por la Cuesta del
Berrón, sí hay algunos con pinceladas blancas; y frente al Cerro de las Viñas.
Se ve que los almendros, también, la han esperado, pero como no quería venir…Felipe
Aranda ha publicado una foto de algunos en flor de antes de esta sequía que nos
ha atosigado de manera cruel y que ahora parece que se ha llevado – al menos
por algunos lugares – un buen susto.
No hay todavía tagarninas en los bordes del
camino. No lo sé, pero en la realenga que va porcima de Las Caballerías, antes
de llegar al Lomo Frío, ya tienen que estar brotados los alcauciles y las
borrajas. Seguro. Apuntan las sementeras. Se viste el campo de ropa nueva.
Llueve,
llueve poco, pero – me lo dicen los amigos, algo es algo y cae de manera suave,
tan bien como sólo – la lluvia, cuando quiere- sabe hacerlo. Cernida… Ha venido
la lluvia. Bendita sea ella.
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