23 de enero, martes. He ido en una entrada por salida. Una gestión urgente…El sol -e l que dicen que sale cada mañana por Antequera - era ya el sol de una tarde limpia y de cielo azul, tan azul que podría servir de manto a una Purísima de Murillo. Iniciaba su camino de ocaso. Ponía tintes belleza y suspiro.
No me he parado, como otras veces, en el Portichuelo junto a la iglesia de Santa María de Jesús o del Socorro que es lo mismo. No hagas lo que he hecho yo. Llevaba prisa; no he podido echar la visual despacio de otras veces. La gente tomaba el sol, sentada en las terrazas de la plaza.
El Portichuelo tiene recuerdos de otras tierras A mí, en ocasiones, me evoca a Córdoba pero con más embrujo, con más pellizco. En Antequera el barroco está a pedir de fachada, de puerta con llamador dorado y dintel de mármol, de calle, de esquina o de iglesia. Antequera es barroca en sí. Algo que no vas a encontrar en otro sitio.
Han cambiado la dirección. Ahora no se baja a la plaza de San Sebastián por la Cuesta del Viento. Hay que dar un rodeo. Otras calles por las que no habrás pasado nunca. A pesar de eso sabrás que entras en una ciudad diferente.
Para cuando vayas con tiempo de empaparte te recomiendo dos lazarillos de excepción, el Padre Llordén y Jesús Romero. Hazme caso. Los mejores guías. Nadie, ni mejor, ni más conocedores del arte antequerano que ellos.
Un día que tengas tiempo – cuando yo tenga más espacio te hablo de él – acércate al convento de la Encarnación adosado a San Sebastián. Pertenece a la Madres Carmelitas de la Antigua Observancia (Calzadas). ¿Te explicas el porqué del nombre de la calle?
Un poco más abajo, el Coso Viejo, (allí tenía que hacer la gestión) o lo que es lo mismo en el palacio Nájera. Encierra el Museo Municipal. De entrada, la torre - la que da a la calle Nájera - “está considerada como una de las más bellas de los palacios andaluces”.
No
voy a caer en la tentación de contarte lo que tiene dentro. Pero sí quiero que
sepas que solo el Efebo,
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