domingo, 15 de septiembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora.Feria






La Feria importante era la Feria Real, a principios de agosto. Había otra, en septiembre: 20,21 y 22. El último día, la Romería. La Virgen iba al convento; volvía por la tarde.  Se refundieron las dos. Del ocho al once. Y, después…

En la Feria Real, por la mañana, la de ganado; por la noche, carricoches, tómbola, casetas de turrón, baile con una orquesta (a cualquier cosa se le llamaba orquesta),  circo con leones; a veces, ni eso…

Los bares sacaban las mesas a calle. Cerveza caliente, gaseosas de Inesita, media de vino, ‘cuartos’ de garrafón… La patulea se sienta en la puerta del ‘Salamero’; ‘Gilena’, de camarero:

-        ¿ Qué va a ser…?

-         Fanta, café con leche, gaseosa, coca cola, un vasito de vino, yo…

Se vuelve. No media, palabra:

-         ¡Pepe, ‘ten, pa tó’!

El muchacho, tímido. Estrenaba blusa de popelín con botones de nácar blanca y pantalón de alpaca que le había hecho Mariquita,‘la Costurera’. Poco dinero. Calle arriba y calle abajo… Ella,  avispada, en el centro, asidas de los brazos las amigas. Formaban una trinchera inexpugnable…

-         Señorita, - cuando pudo, preguntó - ¿molesto?

-         Sí.

-         Po  - armado de valor, exclamó – entonces, no me voy…

El paseo siguió. Se prolongaba. No había manera que la moza se colocase en uno de los extremos de aquella cuerda… Por no se sabe que conjuración de las fuerzas del averno la muchacha, por un momento, apareció allí. Era el lugar donde él podría hablarle, dirigirse a ella, decirle un balbuceo de palabras mal hilvanada y adobadas con más nervios que hojillas tenía el taco del almanaque…

-         Niña, se atrevió a preguntar, ¿tú de dónde eres?

-         De Poca Agua, contestó, ¿y, tú?

-         De Poco Pan…

-         ¡Qué buena carrera vamos a hacer nosotros!

Y la feria seguía con la noria que daba vueltas y las cadenitas que, cuando la manivela se entusiasmaba, abría el cerco más amplio y la voz del niño se ahogaba entre el griterío de la gente:

-         ‘Hombre, para, para,  que me da cosquillas en el pito…’

Y el nombre de las cadenas  no escuchaba. Tampoco,  el que empujaba las barquillas, ni el de  la ola que hacía sonar la bocina y anunciaba el final del paseo y de la peseta - ¡qué poco duraba una peseta! - y… quedaba ¡una menos! del presupuesto de la Feria.



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