Lo dicen los libros viejos. Está
en los papeles de tinta desleída, comidos de polillas y de bichos de los que
andan – o andaban - en la oscuridad de los archivos. Lo cuentan a su modo y
forma. Como ocurrió, como pasaron aquellas cosas.
Verán. Van y dicen que los unos
estaban en contra de los otros. Como ahora, pero con otros nombres. Los unos
decían que venían a por lo suyo. ¿Y de
lo mío qué? Que preguntaría más de uno. Los otros venían a decir lo contrario.
Que de aquí ni con agua caliente, que esta tierra es mía…
Y la liaron. Se liaron las
cosas y lo reinos y todo aquello. Los Reyes, Doña Isabel – por lo de las damas
primero, y porque dicen que valía más que él – y Don Fernando, se decidieron a
acabar con los del otro lado. La pareja
eran los monarcas de Castilla y Aragón.
En el otro lado, Boabdil, que
el hombre las tenía malas, pero malas de verdad por las cabezas y el poderío que venía de las tierras
interiores y por la debilidad – a
veces, adobada con traición – de los suyos,
los de dentro. Decían los papeles que el reino Nazarí estaba en descomposición.
Los Reyes conjuntaron un
ejército enorme en el río Yeguas. La reina no vino; el rey, sí. Era por
primavera. Los del castillo habían sufrido tantos asedios que pensaron que aquel
era uno más. Se equivocaron. Venían nobles, caballeros, jinetes, gentes de a
pie… Traían lombardas, pasavolates y ribadoquines.
Habían reclutado gentes en Freixenal,
Cumbres y Encinasola. Eran los confines del Reino de Sevilla. También vinieron
de otras tierras.
Cuando se acabó el lío, o sea, cuando
los Reyes Católicos tomaron posesión de Alora, de su fortaleza, último bastión
de defensa que con su caída dejaba expedito el camino hacia Málaga, se
repartieron las tierras. Los de Encinasola dejaron una virgen con la misa
advocación de la que tenían en su tierra. Al partido y al Virgen le pusieron
Flores.
Por septiembre, cada día ocho,
se celebra su festividad. “Que en
Encinasola, /con nombre de Flores / eres Flor de Amores / de mi corazón. / Y en
su santuario, / Salve de un rosario / Álora te guarda / en nido de amor”. La letra de Barbeito; música, de Abel Moreno. Perotes y marochos, el
amor…
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