Cuando éramos niños una de las
ilusiones que albergábamos era tener un Atlas de Salinas. Allí aparecían los pueblos que eran unos puntos negros;
las ciudades, los mismos puntos pero más
grandes y rodeados con un círculo; los ríos hilos azules muy finos que iban al
mar; las montañas, manchas marrones; colores amarillos de diferentes
tonalidades, las llanuras; verdes, depresiones.
Ha publicado Juan de la Cruz –
Juan de la Cruz Vázquez Pérez – un atlas de su vida en el deporte. De profesor y entrenador a gestor deportivo
(1960- 2013) Ed. Círculo Rojo. 2019. Cuarenta y cuatro años de su vida en
relación con el deporte. Hay momentos, en la lectura donde uno no sabe quién de
los tres habla. La persona, el entrenador o el gestor. A lo mejor, como aquello de la publicidad son
los tres en uno.
Decía el Maestro Alcántara que ‘entre
el mirar y el ver se queda el viento’. Uno no sabe en qué momento de su vida,
al menos en la ‘lectura’ de ese atlas, está la vida personal, familiar, o la que
se comparte con los amigos. Uno se queda con la curiosidad – espero que en
cuanto nos veamos me lo aclare – en qué lugar del camino entre Granada y
Málaga, puso ese punto donde dejar reposar
la cabeza, o puede que ni para eso tuviese tiempo en una vida tan llena, tan
pletórica, como la que nos cuenta línea
a línea.
Hay una nómina extensa de nombres.
Algunos, recientemente - el Campeonato Mundial de Baloncesto los ha sacado a
relucir - tuvieron una relación directa profesional y humanamente con él. Puso los espartos para que, alguien de los que
él inició hoy engrosen la lista de los prohombres del deporte español.
Hace gala el autor de una
memoria prodigiosa y, lo que es más, de
un archivo enorme donde, como la hormiguita de la fábula, almacenó información
que, ahora, ha sacado a la luz y que de
no ser por él habría quedado en el olvido.
Mucho le debe el deporte a este
hombre. Sus amigos, la afabilidad con que siempre nos ha acogido. Alora, su
pueblo, el reconocimiento a un hombre que ha llevado su nombre mucho más allá
de los límites donde algunos creen que terminan los pueblos. Gracias, Juan.
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