miércoles, 11 de septiembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Preludio









11de septiembre. Miércoles. Han terminado las vacaciones. Ha vuelto  la gente. Los niños, en los colegios; las gotas frías arrasan el Levante español y parte de las Baleares. Ahora, a esa catástrofe de agua y viento, le han puesto el nombre de Dana. Es lo mismo. Siembra destrucción por donde pasan.

Otras cosas siguen igual que siempre. Los políticos no se entienden.   No se lo crean; no quieren. Todo es un paripé para mantener el sillón y la mamandurria a nuestra costa que es lo que, a algunos de ellos, de verdad, es lo que les motiva.

Hay un preludio de otoño en el ambiente. Las ciudades, las que tienen arboles orillando sus aceras y sus calles, muestran el primer manto de has secas por el suelo. Es una alfombra artificial, poco duradera. Avisa de lo que viene.

A mí de los árboles, que más me gustan en las ciudades, son los plátanos orientales. Sombra frondosa,en verano; un filtro de sol, en  los inviernos fríos. En primavera, ¡ay, la primavera! ¡Dichoso polen! Le han abierto cantera. Dicen que es un calvario para los alérgicos. ¿Alergia? ¿Qué es la alergia? Eso que dicen los médicos que es, cuando no saben lo que es… ¡Ah!

Los membrillos de la alberca, rocío de mariposas blancas en primavera, ya son frutos maduros. Esperan día y hora. Desde un perol de almíbar llegan al plato para deleite de los golosos.

-         “Mamá, ¿qué hay para merendar?”

-         “Pan con carne membrillo”.

Están las parras en prevención.  Madura la uva los pámpanos protectores pierden razón de ser y en cuanto lleguen las menguantes de otoño la tijera de poda convierten sus tallos largos en sarmientos para brasas de chimenea.

De todos los árboles de hoja caduca los que aún se muestran en todo su esplendor son los almeces  - ‘almencinos’, de cuando éramos niños –. Tiene la fruta – una drupa carnosa – madura. Ya no buscará el cañón del canuto de caña en busca del cogote del amigo distraído que camina desprevenido por delante.

Hay un almez enhiesto, pimpollero. Ha nacido y crecido en la hendidura de la gran piedra frente a la Fuente de la Higuera. No hay tierra, no hay agua, no hay nada que favorezca su crecimiento y está ahí. Otea vientos y espera ser un esqueleto de esperpento para rebrotar cuando vuelva, otra vez, la primavera.


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