martes, 17 de septiembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En casa







Mediodía.  Subo por la cuesta del convento. En el olivar que orilla el camino una cuadrilla ordeña los olivos. Hablan entre ellos. Tiempo de verdeo. Las aguas recientes han dado la madurez a la manzanilla. Están los tallos ahítos de fruto y piden salmuera y aliño y todo eso que las hace que sean diferentes; las moradas, luego, cuando pasen unos días, al molino.

Comienzan a alargarse las sombras. La tarde llama con los nudillos en la puerta.  Ha cambiado la tonalidad de la luz. Cielo entoldado. Sopla la brisa. Hoy es casi vientecillo, ese que muchas veces sopla en la explanada del Santuario. Entro. No hay nadie. Silencio. Me siento donde siempre. Le recuerdo a Ella, la anécdota que contaba – entonces aún era don Manuel González – del amigo que se sentaba y sin mediar palabra decía: ‘aquí está Juan’ y echaba un cigarro…

Aleteo y arrullo de palomas en el alfeizar de la ventana; al otro lado de las cristaleras ulula el viento.  Se cuela por las rendijas. Llega a esos rincones donde solo se entran  las capas de polvo, los ratones y él, el viento. Se destila paz.

Ella, ha regresado. Una temporadilla en el pueblo. Como las madres cuando van a visitar al hijo que vive lejos. Están unos días y, después, a su casa. De aquí no se va mover en todo el año salvo que ocurra algo excepcional, muy excepcional  y solo entonces…

 A uno, Flores, le refresca mucho la mente. Profusión de elementos ornamentales simbólicos del Antiguo Testamento.  Hablan de María: ciudad de Dios, rosal de Jericó, torre de David, fuente, ciprés de los montes de Hermón, árboles, lirio entre espinas, arbustos,  pozo de aguas vivas, huerto cerrado, espejo sin mancha, escalera (Tú eres la escala del cielo para subir a la gloria, que le canta su himno)…, y, sobre todos, las advocaciones del Cantar de los Cantares: “Eres toda hermosa…”

 Siempre me he preguntado quién sería el fraile que tuvo el acierto de poner el arco toral: “Las flores aparecieron en nuestra tierra”. Desde el camarín se irradia luz. Físicamente llega a la mediación del templo. ¿La otra, la luz espiritual, quién sabe hasta dónde llega?




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