2 de
septiembre. Lunes. Oleadas de gente ha invadido este verano
ciudades y localidades costeras. Todo lleno. Mareas humanas que van y vienen. Cruceros,
trenes, aviones, carreteras… Se colapsa el pequeño espacio. Aquí, en Málaga, se ha vuelto a hacer bueno: “Málaga ciudad
bravía que tienen más de cien tabernas y una sola librería”, imposible tomar
algo….
Paros en Renfe y aeropuertos.
Gente tirada. El cura hacía la faena de aliño. Preparaba al ‘turista’. Le
contaba de las excelencias que se iba a encontrar muy pronto, tan pronto que…
Le interrumpe, “sí, padre cura, dicen que dijo, todo eso está muy bien, pero
como en la casa de uno, en ninguna parte”.
Decía el telediario que se han
colapsado algunas entradas en las grandes ciudades. Otros fueron más previsores, adelantaron la vuelta y
han tomado posesión de su casa tras el regreso.
Ahora, una vez que termina
agosto, los ‘dueños’ del papel cuché de las revistas, - ¡que manera de saber
hasta dónde les ha llegado el agua a algunas - pasan a un segundo plano
temporal porque otras noticias piden la primera plana.
Esta tarde las cadenas de
televisión atosigaban preguntando a la
familia de Blanca Fernández Ochoa. Vamos como si la familia no fuese la primera
interesada en que toda esta pesadilla pase lo antes posible y en el colmo del
paroxismo ha habido una reportera que ha dado las gracias al Ayuntamiento de la
localidad porque les ha llevado ‘agua y comida’ y pregunto yo, inocentemente,
¿a los albañiles del andamio, también se las ha proporcionado? A lo mejor esos
no tiene el poder de una cámara o un micrófono…
El fenómeno de la masificación
no ha sido solo en España. Las estadísticas cuentan por miles la gente en la
Capilla Sixtina, la Gran Muralla China, las Pirámides de Egipto –con el calor
que tiene que hacer en Egipto en verano – en París...
Lo de Venecia, aún es peor. Han
puesto tornos y ¡los han roto! Dicen que, en años venideros, habrá que hacer
reserva con antelación para entrar en la ciudad… ¡Increíble!
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