En verano se va - el sol - por la sierra de Mijas; el
espectáculo, soberbio. Algo increíble… Lo he visto muchas veces. Sé de qué hablo. Pero hay otro, con el mismo
protagonista, aún mejor…
¿Me permites el consejo? Sube hasta Cerro Gordo – Punta de
la Mona entre La Herradura y Maro - pasado el solsticio de invierno a finales
de diciembre o primeros de enero como más tardar. Si tienes la suerte que
coincides con luna llena, entonces, el espectáculo de los que difícilmente se olvidan.
La luna se eleva por detrás de la sierra de Almijara y el sol se hunde, poco a
poco, en el horizonte. Baja lento, suave, despacio; lo engulle el mar. Pongamos
que hablamos del mar de Alborán. El cielo se torna violeta, rojo, naranja,
amarillo, rosa... Imposible intentar describir el espectro de colores. Debes
comprobarlo por ti mismo. Acurrúcate al abrigo. Oye el silbo del viento entre
los pinos. Abajo, el mar profundo viene una, y otra vez, y otra vez, contra las
rocas. Déjate acariciar por la noche que llega solapadamente... Las traiñas, en
la lejanía, encienden la luz de pesca...
Debes
saber que estás en un Paraje Natural Protegido. Para tu buen conocer sólo dos
pinceladas. En tierra, al igual, y sin saberlo te has topado con las especies
de Limonium malacitanun y los Rosmarinus tormentosus; en la milla
marina que se adentra en el mar fondos de Posidonia oceánica y Zostera
marina forman praderas de gran riqueza y complejidad biológica por las que
nadan, a sus anchas, la morena y, entre las rocas, el mero. Dice el refrán que
“de la mar el mero y de la tierra el cordero”, pero la avaricia y la pesca furtiva
casi los acabó. Cosas de los hombres...
El
paisaje merece la pena. Hay que detenerse; contemplarlo sin prisas. Sube hasta
la torre vigía. Se construyó en el XVI para paliar la indefensión de labradores
y pescadores. Con señales de fuego, ahumadas durante el día y candelas por las
noches podían recorrer, en varias horas, cientos de kilómetros. Ya sabes, la
supervivencia...
Te
llevarás, también, la sorpresa de ver, ¡ay!, como el mal entendido progreso
devora a dentelladas - ladrillos y cemento – inexorablemente, el monte y trepa
y trepa, ladera arriba hasta que no les quede ya un solo palmo por destrozar…
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