No sé si estoy en lo cierto.
Tengo entendido que fue Alfredo Pérez Rubalcaba quien dijo algo así como que en
España era el país donde mejor se organizaban los entierros. Más o menos.
Elogios al muerto y, al día siguiente, pues como que si te vi, ni me acuerdo.
Viene al caso por dos hechos.
Uno en el pasado; otro, de actualidad. Leo que don Benito Pérez Galdós murió
ciego y pobre, casi lindando con la indigencia y sostenido por la caridad
familiar. En la España analfabeta de su
tiempo casi– unos porque no sabían; otros, porque no querían - nadie leía. Lo
cierto es que su obra no se vendía y quien vive de lo que publica pues, eso, ya
se sabe…
En aquel Madrid en que vive, o sea, primer cuarto del
siglo XX, intentan un homenaje. Buscan con el reconociendo ratificar su prestigio y una manera de ayudarle económicamente…. El
olvido, entonces como ahora, pan de cada día. Con el tiempo hemos sabido que él
es uno cuatro pilares de la novela
española. Los otros tres: Cervantes, Baroja y Delibes.
Es más, recurren al
Ayuntamiento de su lugar de nacimiento donde acuerdan dar una cantidad que
nunca llegó. Por cierto, don Benito, anticlerical y amigo íntimo de Pereda que
era de misa diaria, - qué lección en los tiempos que corren-, jamás mencionó en
su obra a su ciudad. Intentan poner en aprieto a un obispo y le preguntan por
el lugar idóneo para colocarle un monumento. “En ese, en ese lugar, dijo
socarronamente, donde don Benito cita a Las Palmas…!
Al entierro de don Benito, era
enero y hacía mucho frío en Madrid, cosa normal, acuden todos los que van a los
entierros… Ya se sabe, y más de veinte mil personas en todo el séquito que
llenan las calles por el centro y en el camino del cementerio…
Ahora, las aguas andan movidas.
¿Se acuerdan de un entierro en una mañana muy fría de noviembre? Las calles de
Madrid llenas. A ver si podemos conseguir movilizar a un número ingente de
curiosos. Así el muerto tendría dos éxitos, el primero, el de verdad, el del
día del camino a la tumba, y otro, tan
póstumo que a muchos eso del pasado nos huele a polvo muy viejo y a revancha.
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