Un mensaje de Barbeito, hace
unos días, me da el aldabonazo:
-
Oye, ¿sabes que Luis Álvarez Duarte está en la
UCI con un ictus muy grave?
-
No. No lo sabía…
Me quedo de piedra. De esa
piedra fría que es en la que se esculpen las noticias de dolor, de tragedia, de impotencia porque hay gente que uno quiere
que no se nos vaya nunca.
Me repongo un poco. Lo llamo.
Le digo que me informe de algo más. Hablamos; me cuenta:
-
Pablo Blanco me ha dicho, que según los médicos,
tiene muy difícil salir de ésta…
Ya se ve los médicos muchas
veces, en ésta que no debía ser, pues ha sido, se salen con la suya. Los médicos van por otros parámetros
diferentes a los que van los deseos de quienes, en la otra acera, sentimos
admiración, cariño, respeto… por esos seres excepcionales que, en ocasiones,
bajan a la tierra.
Conocí a Luis Álvarez Duarte
una noche en la Hermandad del Huerto de Álora. Celebraban aniversario. Él les había
realizado don tallas únicas: Jesús postrado Orando bajo un olivo en Getsemaní y
el Ángel que le ofrece el cáliz… Ese Ángel, precisamente, se ha expuesto en una
antológica en el Palacio Episcopal de Málaga. Antonio Luis Ciézar, amigo de Luis,
consiguió que esas dos maravillas se procesionen en la noche del Domingo de
Ramos en Álora…
Barbeito me ha había contado
algunas cosa que les unían a los dos. Cuando le informé de su venida a Álora,
me dijo que le diese un abrazo de su parte…
-
Don Luis, me acerqué, le traigo un abrazo de
Antonio García Barbeito…
Me acogió con un cariño, con
una amabilidad, con una generosidad que solo llevan por dentro los que son
grandes, muy grandes de verdad…
-
¿Tú, sabes, me dijo, que sus pies son los pies de
un Cristo que tallé para América?
-
Sí. Lo sé. Me lo contó Antonio. Él iba por la
calle, en sandalias, usted lo vio…
Le dije también que sabía lo de
la lápida de la tumba de su padre y…
Don
Luis que ahora, seguro, en cielo habrá codazos por tenerlo sentado a su lado,
me contó cosas, muchas cosas; otras cosas. Estuvimos hablando. Son esos ratos
en los que a uno se les hace siempre corto, muy corto el tiempo…
Descansa en Paz,
Maestro.
Una gran pérdida, querido Pepe. Con lo que todavía era capaz de hacer...
ResponderEliminarMe alegra que pudieras conocerlo, y que yo "estuviera" en ese encuentro. Te mando un abrazo, amigo, y mi enhorabuena por tu exquisito texto sobre Luis.
Antonio García Barbeito